Se necesita una obra de purificación
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vidas. No llevan a sus corazones su poder santificador, refinador y
espiritualizador...
Viviendo por debajo de nuestros privilegios
Distamos mucho de ser el pueblo que Dios desearía que fuése-
mos, porque no elevamos el alma ni refinamos el carácter en armonía
con las maravillosas revelaciones de la verdad de Dios y con sus
propósitos. “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es
afrenta de las naciones”.
Proverbios 14:34
. El pecado es desorgani-
zador. Dondequiera que se lo fomente—en el corazón del individuo,
en la familia, en la iglesia—habrá desorden, luchas, desacuerdos,
enemistad, envidia y celos, porque el enemigo del hombre y de Dios
ejerce su dominio sobre la mente. Pero cuando la verdad es amada e
introducida en la vida, y no solamente predicada, entonces el hom-
bre o la mujer odiarán el pecado y serán representantes vivientes de
Jesucristo en el mundo.
La gente que pretende creer en la verdad no será condenada
porque no tenía la luz, sino porque tenía mucha luz pero no sometió
su corazón a la prueba de la gran norma moral de justicia de Dios.
La gente que pretende creer la verdad debe elevarse viviéndola. La
verdadera religión bíblica debe compenetrar toda la vida, refinar y
ennoblecer el carácter y asemejarlo cada vez más al modelo divino.
Entonces resonarán en el hogar las oraciones, los agradecimien-
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tos y las alabanzas a Dios. Los ángeles ministrarán en el hogar y
acompañarán a los adoradores a la casa de oración.
Que las iglesias que pretenden creer la verdad y predican la ley
de Dios, observen esa ley y se aparten de toda iniquidad. Que cada
miembro de la iglesia resista las tentaciones que lo invitan a practicar
el mal y a complacerse en el pecado. Que la iglesia comience la
obra de purificación delante de Dios mediante el arrepentimiento, la
humillación y la investigación profunda del corazón, porque nos en-
contramos en el verdadero día de la expiación, en una hora solemne
cargada de posibilidades eternas.
Que los que predican la verdad la presenten tal como ha sido
revelada por Jesús. Llegan a ser vasos limpios debido a la influen-
cia subyugadora, santificadora y refinadora de la verdad de Dios.
Cuando sean imbuidos de la religión de la Biblia, ¡cuánta influencia