Página 137 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Los entretenimientos en el sanatorio
Cuando se introdujeron los entretenimientos en el Sanatorio,
algunos en _____ manifestaron la superficialidad de su carácter.
Estaban contentos y satisfechos; todo concordaba con la frivolidad
de su mente. Creyeron que eran buenas para ellos las cosas que se
recomendaban para los inválidos; y el Dr. C no es responsable de
todos los resultados producidos por el consejo dado a sus pacien-
tes. Los no consagrados, que se hallan en diversas iglesias de los
alrededores, se aferraron de la primera apariencia de excusa para
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entregarse al placer, la hilaridad y la insensatez. Tan pronto como se
supo que los médicos del Sanatorio habían recomendado juegos y
diversiones para apartar la mente de los pacientes de sí mismos con
el fin de infundirles pensamientos más alegres, el asunto se propagó
como el fuego en el rastrojo; los jóvenes de _____ y otras iglesias
creyeron que necesitaban esas cosas, y muchos depusieron la arma-
dura de justicia. Al no tener más freno, se dedicaron a esas cosas
con tanto fervor y perseverancia, como si la vida eterna dependiera
de su celo en este asunto. Esa fue la oportunidad de distinguir entre
los concienzudos seguidores de Cristo y los que se habían engañado
a sí mismos. Algunos no han tomado en serio la causa de Dios.
La obra de la verdadera santidad no se ha llevado a cabo en sus
almas. No han puesto su confianza en Dios; son inestables, y sólo
necesitan una ola para que sus pies queden en el aire y sean llevados
de aquí para allá. Los tales pusieron de manifiesto que poseían muy
poca estabilidad e independencia moral. No tenían una verdadera
experiencia, y por lo tanto andaban a la luz de las chispas que ellos
mismos habían encendido. No tenían a Cristo en el corazón para
confesarlo al mundo. Profesaban ser sus seguidores, pero las cosas
terrenas y temporales mantenían en sujeción sus corazones frívolos
y egoístas.
Había otros que parecían no preocuparse de los entretenimientos
en cuestión. Tenían tal confianza en que Dios enderezaría todas las
cosas, que su paz mental no se perturbó. Llegaron a la conclusión
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