Página 144 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

140
Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Dios, mientras clamáis sincera y fervientemente: “¿Quién podrá
mostrarme cómo asegurar mi vocación y elección?” Una de las se-
ñales de los últimos días es que los profesos cristianos son más
amadores de los placeres que de Dios. Sed leales con vuestra propia
alma. Examinaos cuidadosamente. Cuán pocos, después de un de-
tenido examen, pueden dirigir su mirada al Cielo para decir: “¡No
soy uno de ésos! ¡No soy más amador de los placeres que de Dios!”
Cuán pocos pueden decir: “¡Estoy muerto al mundo, y la vida que
[132]
ahora vivo, la vivo por fe en el Hijo de Dios! Mi vida está escondida
con Cristo en Dios, y cuando el que es mi vida aparezca, también
apareceré yo con él en gloria”. ¡Qué amor y qué gracia las de Dios!
¡ Oh, qué preciosa gracia! Es más valiosa que el oro fino. Eleva y
ennoblece el espíritu mucho más que cualquier otro principio, y fija
los afectos en el Cielo. Aunque los que nos rodean sean vanos, y
estén entregados a la búsqueda de placeres y a la insensatez, nuestra
conversación debe ser en los Cielos, de donde aguardamos al Salva-
dor; el alma se eleva a Dios en procura de perdón y paz, de justicia
y verdadera santidad. La comunión con Dios y la contemplación de
las cosas de lo alto, transforman el alma a semejanza de Cristo.
* * * * *