Página 143 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El caso de Ana More
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modo ponen un fundamento muy débil para edificar su confianza de
que son hijos de Dios. Se comparan con los demás, y se tranquilizan
con la idea de que son mejores que muchos verdaderos cristianos.
Pero, ¿dónde resplandece el profundo amor de Cristo en sus vidas
para que sus brillantes rayos bendigan a los demás? ¿Dónde está su
Biblia? ¿Cuánto la estudian? ¿En qué se concentran sus pensamien-
tos? ¿En el Cielo y en las cosas celestiales? No es natural que su
mente avance en esa dirección. El estudio de la Palabra de Dios no
les interesa. No hay nada en ella que excite ni afiebre la mente, y el
corazón natural, irregenerado, prefiere algún otro libro a la Palabra
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de Dios. Su atención está absorbida por el yo. No desean sincera y
profundamente la influencia del Espíritu de Dios sobre la mente y el
corazón. Dios no está en todas sus meditaciones.
¡Cómo podría soportar el pensamiento de que la mayor parte de
los jóvenes de nuestra época van a perder la vida eterna! ¡Oh, que
termine el sonido de los instrumentos musicales y que no malgasten
más de su precioso tiempo en complacer su propia fantasía! ¡Oh,
que dediquen menos tiempo a la ropa y a la conversación vana, y
eleven oraciones sinceras y agonizantes a Dios para tener una sana
experiencia cristiana! Se necesita mucho un profundo examen propio
a la luz de la Palabra de Dios; cada cual debería hacerse la pregunta:
“¿Estoy bien, o está corrompido mi corazón? ¿He sido renovado en
Cristo, o todavía es carnal mi corazón, y me he revestido sólo de un
ropaje exterior?” Cíñase para comparecer delante del gran tribunal,
y examínese a la luz de Dios para ver si no hay algún pecado secreto
que está acariciando, algún ídolo que no ha sido sacrificado. Ore, sí,
ore como nunca antes, para que no sea engañado por las artimañas
de Satanás, para que no se entregue a una actitud descuidada y vana,
y para que no asista a las reuniones religiosas sólo para calmar su
propia conciencia.
Es inadecuado que los cristianos de cualquier época de la histo-
ria del mundo sean amantes de los placeres, pero cuánto más ahora
cuando pronto terminarán las escenas de la historia de la tierra.
Ciertamente los fundamentos de vuestra esperanza de vida, eterna
no pueden ser demasiado seguros. El bienestar de vuestra alma, y
vuestra eterna felicidad, dependen de que vuestro fundamento esté
afirmado en Cristo. Mientras algunos se van detrás de los placeres
terrenales, id vosotros detrás de la seguridad absoluta del amor de