Página 148 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
sino como él quiere. Nuestra fe puede ser muy firme e implícita si
rendimos nuestro deseo al Dios omnisapiente, y, sin ansiedad febril,
con perfecta confianza, se lo consagramos todo a él. Tenemos la
promesa. Sabemos que él nos oye si pedimos de acuerdo con su
voluntad. Nuestras peticiones no deben cobrar forma de órdenes,
sino de una intercesión para que él haga las cosas que deseamos
que haga. Cuando la iglesia esté unida, tendrá fuerza y poder; pero
cuando parte de sus miembros están unidos al mundo, y muchos
están entregados a la avaricia, que Dios aborrece, poco puede hacer
el Señor por ella. La incredulidad y el pecado nos apartan de Dios.
Somos tan débiles que no podemos soportar mucha prosperidad espi-
ritual; corremos el riesgo de atribuirnos la gloria y de considerar que
nuestra bondad y justicia son los motivos de la señalada bendición
de Dios, cuando todo se debe a la gran misericordia y al amor de
nuestro compasivo Padre celestial, y no a cosa buena alguna que
haya en nosotros.
Deberíamos ejercer siempre una influencia santificadora entre los
que nos rodean. Esta influencia salvadora y ennoblecedora ha sido
muy débil en _____. Muchos se han mezclado con el mundo y han
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participado de su espíritu e influencia, y esa amistad los ha separado
de Dios. Jesús les lleva una ventaja de un día de viaje. Ya no pueden
oír su voz de consejo y amonestación, y siguen su propia sabiduría
y su propio juicio. Siguen un camino que les parece derecho pero
que después van a descubrir que es insensatez. Dios no va a permitir
que su obra se mezcle con procedimientos humanos. Los hombres
del mundo, astutos y calculadores, no deben desempeñar cargos
directivos en esta obra tan solemne y sagrada. O se convierten, o
se dedican a una vocación apropiada a sus inclinaciones mundanas,
que no impliquen consecuencias eternas. Dios jamás hará sociedad
con los mundanos. A cada cual Cristo invita a elegir: “¿Me quieres a
mí, o al mundo? ¿Estás dispuesto a sufrir reprensión y vergüenza, a
ser peculiar y celoso de buenas obras, aunque el mundo te aborrezca,
para llevar mi nombre, o vas a buscar la estima, el honor, el aplauso
y las ventajas que el mundo está dispuesto a dar, y no tener parte
conmigo?” “No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Mateo 6:24
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