Página 220 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

216
Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
retiran su protección, y nos dejan sumidos en las tinieblas que hemos
elegido.
Hno. B: quiero alarmarlo; quiero inducirlo a actuar. Quiero ro-
garle que busque a Dios mientras él lo invita a acudir a su lado
para que tenga vida. Velar, orar y trabajar es el santo y seña de los
cristianos. Satanás es vigilante en sus esfuerzos; su perseverancia
es incansable, su celo ardiente y persistente. No espera que su presa
venga a él; la busca. Su decidido propósito consiste en arrebatar
las almas de las manos de Cristo; pero los profesos cristianos están
dormidos en su ceguera, y son insensatos en sus propósitos. No
tienen a Dios en sus pensamientos. Un enemigo vigilante les sigue
las pisadas; no estarán en peligro sin embargo, mientras confíen en
Dios. Pero a menos que lo hagan su fortaleza será debilidad, y serán
vencidos por Satanás.
Hno. B: es peligroso que usted se dedique a rumiar dudas. No se
permita avanzar más en la dirección que ha estado tomando. Está en
peligro constante. Satanás le está siguiendo las pisadas para sugerirle
dudas e inducirlo a la incredulidad. Si usted hubiera permanecido
definidamente en el consejo de Dios, habría ejercido una influencia
para el bien sobre aquellos que gustan ahora de su compañía.
El pobre Hno. C experimentó la influencia del Espíritu de Dios,
pero su experiencia fue deficiente. No se apartó plenamente de sus
malos hábitos. No hizo de Dios su fortaleza permanente, y sus pies
resbalaron. No hay acuerdo entre Cristo y Belial. Usted podría haber
sido de ayuda para él, si hubiera mantenido, como debería haberlo
hecho, su conexión con el Cielo. Pero su inactividad, los temas de su
conversación, su influencia, fortalecieron su apostasía, y acallaron
la voz de la conciencia. Su conducta no ha sido una reprensión para
él en su senda descendente. Usted podría hacer el bien si viviera
para Dios. Su fortaleza es debilidad total; su sabiduría, insensatez;
pero usted no se da cuenta. Se ha sentido demasiado satisfecho con
[202]
la teoría, con un cuerpo doctrinal correcto, pero no ha sentido la
necesidad del poder de Dios; ha descuidado la parte espiritual de
la religión. Todo su ser debería clamar por el Espíritu de Dios: la
vida y el poder de la religión en el alma, lo que lo conduciría a la
crucifixión del yo, y a una firme confianza en su Redentor.
Se encuentra en medio de tinieblas terribles, y a menos que se
levante en el nombre de Dios, y rompa las coyundas de Satanás, y se