Página 231 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El celo cristiano
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y orar fervientemente para saber qué quiere el Señor que él haga.
Su talento está sepultado en la tierra. Los cuidados de esta vida
han carcomido su interés en las cosas eternas. El reino de Dios y
la justicia de Cristo son cosas secundarias para él. Le gustan los
negocios; pero vi que a menos que modifique su conducta, la mano
de Dios estará contra él. Podrá juntar; pero Dios derramará. Podría
hacer el bien. Pero muchos tienen la idea de que si dedican la vida
al trabajo y a los negocios, no pueden hacer nada para la salvación
de las almas, ni para el progreso de la causa del Redentor. Dicen que
no pueden hacer las cosas a medias, y por lo tanto se apartan de los
deberes y ejercicios religiosos, y se sepultan en el mundo. Le dan
prioridad a sus negocios, se olvidan de Dios, y él se disgusta con
ellos. Si alguien se dedica a negocios que le impiden progresar en la
vida divina y perfeccionar la santidad en el temor de Dios, cambie
de negocio para que pueda tener a Jesús junto a sí cada hora del día.
Hno. F: usted no honra su profesión de fe. Su celo es un celo
mundano; su interés es un interés mundano. Está muriendo espi-
ritualmente. No se da cuenta del peligro de su condición. El amor
al mundo está carcomiendo su religiosidad. Debe despertar; debe
buscar a Dios y arrepentirse de sus apostasías. Confiésese contrito y
vuelva al Señor. Sus deberes religiosos se han convertido en meras
formalidades. No disfruta de la religión; porque tal goce depende de
la obediencia voluntaria. Los dispuestos y obedientes comerán del
bien de la tierra. No tiene una evidencia muy notable de que morará
con Dios en el reino. Ocasionalmente se dedica a la práctica exterior
de deberes religiosos, pero su corazón no está en ellos. De vez en
cuando da una palabra de advertencia a los pecadores, u otra palabra
en favor de la verdad; pero es un servicio dado de mala gana, como
si se lo hiciera a un capataz, en lugar del gozoso servicio nacido del
afecto filial. Si su corazón rebosara de celo cristiano, las tareas más
arduas serían agradables y fáciles.
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La razón por la cual la vida cristiana es tan difícil para algunos
consiste en que tienen un corazón dividido. Son de doblado ánimo,
lo que los hace inestables en todos sus procederes. Si estuvieran
abundantemente imbuidos de celo cristiano, que es siempre el resul-
tado de la consagración a Dios, en lugar del clamor doliente: “¡Mi
debilidad! ¡Mi debilidad!” la expresión del alma sería: “Escuchad
lo que el Señor ha hecho por mí”. Aun si usted se salvara, lo que