Página 244 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El sentimentalismo y la formación de parejas
Querida Hna. K,
En la visión que se me dio en junio pasado, se me mostró que
usted posee una firmeza de carácter, una determinación de propósi-
tos bastante parecida a la testarudez. No está dispuesta a que se la
conduzca, no obstante lo cual tiene ansias de conocer la voluntad
de Dios y hacerla. Se ha engañado con respecto a sí misma; no
ha comprendido su propio corazón. Creyó que su voluntad estaba
sometida a la de Dios, pero en esto su juicio no fue correcto. Ha
enfrentado pruebas y ha permitido que su mente se espacie en al-
gunas esperanzas frustradas. Desde hace algunos años su vida ha
tomado un giro peculiar. Al parecer se ha manifestado en usted una
actitud de intranquilidad. No ha sido feliz, aunque no ha habido nada
a su alrededor que pudiera haber proyectado esas negras sombras.
No ha disciplinado su mente para que se explaye en temas alegres.
Es capaz de ejercer una poderosa influencia en favor de la verdad,
si entrena a su mente para que discurra por los canales correctos.
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Todas sus palabras y actos deberían ser de tal carácter que honren a
su Redentor, exalten su amor y magnifiquen sus atractivos.
Usted ha caído en el triste error que prevalece tanto en esta época
degenerada, especialmente entre las mujeres. Es demasiado aficio-
nada al otro sexo. Le gusta su compañía; la forma como los atiende
es halagadora para ellos, y usted los anima, o les permite ciertas
familiaridades que no siempre están de acuerdo con la exhortación
del apóstol que dice: “Absteneos de toda especie (apariencia) de
mal”.
1 Tesalonicenses 5:22
.
Realmente, usted no se comprende a sí misma. Está avanzando
en medio de las tinieblas. Ha tenido algo que hacer en eso de formar
parejas. Este es un asunto sumamente incierto; porque usted no
conoce el corazón, y puede hacer una obra lamentable, ayudándole
de ese modo al gran rebelde en su obra de formar parejas. El está
sumamente ocupado en ejercer influencia sobre los que no se ajustan
el uno al otro para que unan sus intereses. Se regocija en su tarea,
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