Página 245 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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El sentimentalismo y la formación de parejas
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porque de esta manera puede producir más desgracia y desesperanza
en la familia humana que si ejerciera sus habilidades en cualquier
otra dirección.
Usted ha escrito muchas cartas que la han abrumado bastante.
Esas cartas en cierto modo se han referido al tema de nuestra fe
y esperanza; pero junto con eso ha habido muchas preguntas y
suposiciones acerca de si éste o aquél se está por casar, y sugerencias
relativas al matrimonio. Parece que usted está muy bien informada
acerca de los casamientos que están en perspectiva, y escribe y habla
acerca de esas cosas, con lo que solamente consigue esterilizar su
alma. “De la abundancia del corazón habla la boca”.
Mateo 12:34
.
Ha cometido una gran injusticia contra sí misma al permitir que su
mente y su conversación giren en torno del amor y el matrimonio.
No ha sido feliz, porque se ha dedicado a buscar la felicidad. Este
no es un buen negocio. Cuando trate sinceramente de cumplir sus
deberes, y se sienta impulsada a servir a los demás, entonces va a
encontrar tranquilidad de espíritu. Su mente gira en torno de usted
misma. Necesita apartarse de sí misma para tratar de aliviar las
preocupaciones de los demás; y al hacerlos felices va a encontrar la
felicidad y la alegría de espíritu.
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Usted tiene una imaginación enfermiza. Ha creído que estaba
enferma, pero eso ha sido más imaginación que real. Ha sido desleal
consigo misma. Ha conversado con algunos jóvenes y se ha permiti-
do libertades en su presencia que sólo serían convenientes delante
de un hermano. Se me mostró que su influencia en _____ no fue lo
que pudo haber sido. Permitió que su mente descendiera a un nivel
muy bajo. Se permitió charlar, reír y dedicarse a una conversación
barata indigna de una cristiana. Su comportamiento no fue lo que
pudo haber sido. Daba la impresión de ser una persona sin columna
vertebral. Medio como que se reclinaba sobre los demás, lo que
constituye una actitud errónea para una dama en presencia de otras
personas. Si lo hubiera pensado, también podría haber caminado
y haberse sentado en posición erecta, como muchos de los demás.
La condición de su mente la induce a la indolencia y a huir del
ejercicio cuando éste podría ser uno de los mejores medios de lograr
su recuperación. Nunca se va a recuperar a menos que deponga esa
actitud indiferente y soñadora de su mente y se levante a hacer algo,
a trabajar mientras el día dura. Trabaje, al mismo tiempo que imagi-