Página 285 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La verdadera conversión
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horas en procura de placer -horas que pertenecían a su familia- que
Satanás estaba tendiendo sus trampas junto a sus pies.
Satanás tiene tentaciones para cada paso de su vida. Usted no
ha economizado el dinero como debía haberlo hecho. Aborrece la
mezquindad. Eso está muy bien; pero se va al otro extremo y su
vida ha estado marcada por la prodigalidad. Cristo les enseñó una
lección a sus discípulos cuando alimentó a los cinco mil. Hizo un
gran milagro y dio de comer a esa vasta multitud con cinco panes
y dos pececillos. Cuando todos estuvieron satisfechos, no miró con
indiferencia los fragmentos que sobraron, como si fuera indigno
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de él hacerlo. El que tenía poder para hacer ese notable milagro y
alimentar a una multitud tan grande, dijo a sus discípulos: “Recoged
los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”.
Juan 6:12
.
Esta es una lección para todos nosotros que no deberíamos pasar por
alto.
Tiene una gran obra que hacer, y no puede darse el lujo de
perder un solo momento más sin comenzar a hacerla. Hno. P: estoy
alarmada por causa de usted; pero sé que Dios lo sigue amando,
a pesar de que en su conducta se ha desviado. Si no lo amara tan
especialmente, no me presentaría, como lo hace, los peligros que
usted corre. Usted se ha dedicado a risas y diversiones con hombres
y mujeres que no temen a Dios. Algunas mujeres frívolas y sin
principios lo han retenido en su compañía, y usted parecía un pájaro
hipnotizado, fascinado por esas personas superficiales. Los ángeles
de Dios le han seguido las pisadas, y han registrado fielmente todo
acto erróneo, todo alejamiento de la senda de la virtud.
Sí, todo acto, por más secreto que le haya parecido mientras lo
estaba cometiendo, estaba a la vista de Dios, de Cristo y de los santos
ángeles. Hay un libro en el cual están escritos todos los hechos de
los hijos de los hombres. Ni un solo caso de los registrados allí se
puede esconder. Se ha hecho una sola provisión para el transgresor.
El fiel arrepentimiento, la confesión del pecado y la fe en la sangre
purificadora de Cristo traerán perdón, y esta palabra se escribirá
junto a su nombre.
¡Oh, mi hermano! Si hace un año usted hubiera hecho una obra
cabal, el año pasado, tan precioso, no habría sido peor que perdido
para usted. Usted sabía cuál era la voluntad de su Maestro, pero no
la hizo. Está en condición peligrosa. Su sensibilidad se ha embo-