Página 346 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Cuando hemos procurado presentar la reforma pro salud a nues-
tros hermanos, y les hemos hablado de la importancia del comer y
beber, y hacer para gloria de Dios todo lo que hacen, muchos han
dicho por sus acciones: “A nadie le importa si como esto o aquello;
nosotros mismos hemos de soportar las consecuencias de lo que
hacemos.”
Estimados amigos, estáis muy equivocados. No sois los únicos
que han de sufrir a consecuencia de una conducta errónea. En cierta
medida, la sociedad a la cual pertenecéis sufre por causa de vuestros
errores tanto como vosotros mismos. Si sufrís como resultado de
vuestra intemperancia en la comida y la bebida, los que estamos en
derredor vuestro o nos relacionamos con vosotros, también queda-
mos afectados por vuestra flaqueza. Hemos de sufrir por causa de
vuestra conducta errónea. Si ella contribuye a disminuir vuestras
facultades mentales o físicas, y lo advertimos cuando estamos en
vuestra compañía, quedamos afectados por ello. Si en vez de tener
espíritu animoso, sois presa de la lobreguez, ensombrecéis el ánimo
de todos los que os rodean. Si estamos tristes, deprimidos y angus-
tiados, vosotros, si gozarais de salud, podríais tener una mente clara
que nos mostrase la salida y dirigiese una palabra consoladora. Pero
si vuestro cerebro está nublado como resultado de vuestra errónea
manera de vivir, a tal punto que no podéis darnos el consejo correcto,
¿no sufrimos acaso una pérdida? ¿No nos afecta seriamente vuestra
influencia? Tal vez tengamos mucha confianza en vuestro juicio y
deseemos vuestro consejo, porque “en la multitud de consejeros hay
salud”.
Proverbios 11:14
. Deseamos que nuestra conducta parezca
consecuente ante aquellos a quienes amamos y deseamos buscar
el consejo que ellos nos puedan dar con mente clara. Pero ¿qué
interés tenemos en vuestro juicio si vuestra energía mental ha sido
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cargada hasta lo sumo y la vitalidad se ha retirado del cerebro para
disponer del alimento impropio que se puso en el estómago, o de
una enorme cantidad de alimento, aunque sea sano? ¿Qué interés
tenemos en el juicio de tales personas? Ellas lo ven todo a través de
una masa de alimentos indigestos. Por lo tanto, vuestra manera de
vivir nos afecta. Resulta imposible seguir una conducta errónea sin
hacer sufrir a otros.
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad
corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obten-