Página 368 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
en cuanto al régimen alimenticio. No debieran ingerir lo que no es
nutritivo o es estimulante sólo porque tiene buen gusto. Hay muchos
consejeros dispuestos a persuadirlas a hacer aquello que la razón les
indicaría no hacer.
Nacen niños enfermos por causa de que los padres complacen
su apetito. El organismo no demandaba la variedad de alimento
que les atraía. Creer que una vez que imaginamos que deseamos
un alimento, éste debe pasar al estómago, es un gran error que las
mujeres cristianas no debieran cometer. No debiera permitirse que
la imaginación controle las necesidades del organismo. Los que
permiten que el gusto los gobierne, sufrirán el castigo de transgredir
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las leyes de su organismo. Y no se termina aquí el asunto; su inocente
hijo también sufrirá.
Los órganos que producen la sangre no pueden convertir las
especias, los pasteles de carne picada, los encurtidos y la carne
enferma en buena sangre. Y si se recarga el estómago con tanta
comida de modo que los órganos digestivos se vean obligados a
trabajar en exceso para digerirla y para liberar el organismo de
sustancias que lo irritan, la madre se perjudica y predispone a su hijo
a la enfermedad. Si decide comer según su gusto y su imaginación,
sin preocuparse de las consecuencias, sufrirá el castigo, pero no lo
tendrá que sobrellevar ella sola. Su hijo inocente deberá sufrir por
causa de su falta de criterio.
Debiera tenerse mucho cuidado de rodear a la madre de una
atmósfera agradable y feliz. El esposo y padre tiene la responsabili-
dad especial de hacer todo lo que esté a su alcance para aligerar las
cargas de la esposa y madre. Debiera colaborar, tanto como le sea
posible, con las cargas características de su estado. Debiera ser afa-
ble, cortés, amable y tierno, y especialmente complacer sus deseos.
Algunas mujeres que están esperando familia reciben la mitad del
cuidado que se da a los animales en el establo.
B ha sido muy deficiente. Mientras que su esposa estaba en el
mejor estado de salud, no se le proveyeron suficientes alimentos
saludables ni vestimenta apropiada. Luego, cuando necesitó abrigo
extra y una ración extra de alimentos sencillos pero nutritivos, se le
negaron. Su organismo necesitaba materiales para convertirlos, en
sangre, pero él no se los brindaba. Una cantidad moderada de leche y
azúcar, un poco de sal, pan blanco leudado con levadura, para variar,