Página 367 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

Extremos en la reforma pro salud
363
Es un error generalizado pensar que no es necesario para una
mujer embarazada cambiar su modo de vida. En este período impor-
tante debiera aliviarse a la madre en sus trabajos. Se están llevando
a cabo grandes cambios en su organismo. Este requiere una mayor
cantidad de sangre, y por lo tanto, un aumento en la cantidad de
alimentos altamente nutritivos que han de convertirse en sangre.
A menos que tenga una abundante provisión de alimentos nutriti-
vos, no puede mantenerse físicamente fuerte, y les resta vitalidad a
sus hijos. También debe prestar atención a su vestimenta. Debiera
cuidar su cuerpo del frío. No debiera malgastar su vitalidad en la
zona superficial de su cuerpo por falta de suficiente abrigo. Si se
priva a la madre de abundantes alimentos saludables y nutritivos,
sufrirá de una deficiencia en la cantidad y calidad de sangre. Su
[341]
circulación será pobre y su hijo sufrirá esta misma carencia. El hijo
será incapaz de retener el alimento necesario en la producción de
buena sangre para nutrir el organismo. El bienestar de la madre y
el niño dependen en mucho de una vestimenta buena y abrigada y
una provisión de alimentos nutritivos. Debe considerarse la carga
extra que debe soportar la vitalidad de la madre y brindarse una
compensación adecuada.
Pero, por otro lado, la idea de que las mujeres, por causa de su
estado especial, pueden permitirse fomentar un apetito descontrola-
do, es un error basado en la costumbre en vez de la razón. El apetito
de la mujer en este estado puede ser variable, irregular y difícil de
satisfacer; y por costumbre se le permite ingerir todo lo que le guste,
sin consultar a la razón en cuanto a si cierto alimento puede nutrir su
cuerpo y ayudar al crecimiento de su hijo. Los alimentos debieran
ser nutritivos, pero no estimulantes. Por costumbre se le permite
comer, si lo desea, carne, encurtidos, comida altamente sazonada
o pasteles de carne picada; se siguen solamente las inclinaciones
del apetito. Este es un gran error, y causa mucho daño. El daño es
inestimable. Si en algún momento se necesita un régimen alimen-
tario sencillo y un cuidado especial por la calidad de los alimentos
ingeridos, es precisamente en este importante período.
Las mujeres que obran por principio, y que han sido instruidas
correctamente, no se apartarán de un régimen sencillo, muy espe-
cialmente en este tiempo. Tendrán en cuenta que otra vida depende
de ellas, y serán cuidadosas en cuanto a sus hábitos, y especialmente