Página 385 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La sensualidad en los jóvenes
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sólo unos pocos de entre el gran número de habitantes de la tierra
serán salvados para vida eterna, mientras que las masas que no
han perfeccionado sus almas en la obediencia de la verdad serán
destinadas a la segunda muerte. ¡Oh, Salvador, salva lo adquirido
por tu sangre! Es el clamor de mi angustiado corazón.
Tengo un gran temor por vosotros y por los muchos que profesan
creer en la verdad en _____. ¡Oh, escudriñad diligentemente vuestros
propios corazones, y llevad a cabo una obra completa para el juicio!
Siento dolor en mi corazón cuando pienso cuántos hijos de padres
observadores del sábado están arruinando su alma y su cuerpo con
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el vicio secreto. Cerca de vosotros hay una familia que revela sus
malos hábitos en sus cuerpos tanto como en sus mentes. Estos niños
están en la senda que los llevará directamente a la perdición. Ellos
mismos están degradados, y han instruido a muchos otros en este
vicio. El muchacho mayor está disminuido, física y mentalmente,
por entregarse a este vicio. La poca inteligencia que le ha quedado es
de una calidad inferior. Si continúa con esta práctica viciosa llegará a
transformarse en un disminuido mental. Cada acto de complacencia
en este vicio por parte de los niños que ya están desarrollados es un
terrible mal y producirá resultados terribles, debilitando el organismo
y menoscabando el intelecto. Pero en los que se complacen en este
vicio corruptor antes de completar su desarrollo, los efectos resultan
más claramente evidentes, y la recuperación es casi imposible. El
cuerpo es débil y poco desarrollado; lo músculos son flácidos; los
ojos se empequeñecen y a veces se hinchan; la memoria los traiciona
y es selectora; y aumenta la incapacidad para concentrar la mente en
el estudio.
A los padres de estos niños les diría: Habéis traído hijos al
mundo sólo para ser una maldición para la sociedad. Son indóciles,
arrebatados, pendencieros y depravados. Ejercen una influencia co-
rruptora sobre los demás. Llevan la impronta del carácter del padre,
de sus bajas pasiones. Se refleja en ellos su temperamento irritable
y violento. Estos padres hace mucho tiempo que debieran haberse
mudado al campo, separándose así y apartando a sus hijos de la
sociedad que no los podía beneficiar sino que sólo los perjudicaría.
El trabajo constante en la granja hubiera sido una bendición para
estos niños, y el estar continuamente ocupados, según sus fuerzas,
les hubiera brindado menos oportunidades de corromper sus pro-