Página 392 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
a leer novelas con avidez y como resultado, su imaginación se con-
tamina. Fotografías de mujeres desnudas frecuentemente circulan
para la venta. Además, estas desagradables fotografías también se
encuentran en salones de fotografía, y cuelgan de las paredes de los
locales que venden grabados. Esta es una era rebosante de corrup-
ción. Los placeres de la vista y las pasiones corruptas se estimulan
por la observación y la lectura. El corazón se corrompe por medio de
la imaginación. La imaginación se complace en contemplar escenas
que despiertan las pasiones más bajas e inferiores. Estas imagenes
viles, vistas a través de la imaginación contamina, corrompen la
moral y preparan a los engañados y embelezados seres a dar rienda
suelta a sus pasiones concupiscentes. Luego siguen pecados y crí-
menes que arrastran a seres formados a la imagen de Dios a nivel
de bestias, sumergiéndolos al final en la perdición. Evitad leer y ver
cosas que sugieran pensamientos impuros. Cultivad las facultades
morales e intelectuales. No dejéis que estas nobles facultades se
debiliten y perviertan por la mucha lectura aun de libros y cuentos.
Conozco a mentes fuertes que fueron desequilibradas y parcialmen-
te entumecidas, o paralizadas, por practicar la intemperancia en la
lectura.
Hago una apelación a los padres para que controlen las lecturas
de sus hijos. La mucha lectura sólo les hace daño. Especialmente
no permitáis que haya en vuestras mesas revistas y diarios donde
se encuentren cuentos de amor. Es imposible para los jóvenes po-
seer una mente sana y correctos principios religiosos a menos que
disfruten de la lectura de la Palabra de Dios. Este libro contiene lo
más interesante de la historia, señala el camino de la salvación por
medio de Cristo, y es su guía hacia una vida más elevada y mejor.
Todos ellos lo reconocerían como el libro más interesante que algu-
na vez hayan leído, si su imaginación no estuviera pervertida por
relatos emocionantes y ficticios. Vosotros que esperáis que vuestro
Señor venga por segunda vez a cambiar vuestros cuerpos mortales,
y a transformarlos de acuerdo con su muy glorioso cuerpo, debéis
elevaros a un plano de acción más alto. Debéis obrar desde una mira
más alta que la que habéis tenido hasta ahora, o no os contaréis entre
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los que han de recibir el toque final de inmortalidad.
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