La conducción de las reuniones
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Los que instruyen a los niños debieran evitar las charlas tediosas.
Las charlas cortas y oportunas tendrán una influencia positiva. Si hay
mucho que decir, dense cortas charlas más frecuentemente. Unas
pocas palabras interesantes de vez en cuando serán más beneficiosas
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que tratar de decirlo todo de una vez. Los largos sermones agobian
las mentes de los niños. El hablarles demasiado los llevará a recha-
zar aun la instrucción espiritual, del mismo modo que el comer en
exceso sobrecarga el estómago y disminuye el apetito, y hasta llega a
hacernos rechazar la comida. Las largas peroratas pueden sobrecar-
gar las mentes de la gente. La obra por la iglesia, pero especialmente
por la juventud, debiera ser renglón tras renglón, mandamiento tras
mandamiento, un poquito aquí, y un poquito allá. Dad tiempo a las
mentes para digerir las verdades con las que los alimentáis. Debe
atraerse a los niños hacia el cielo, no con rudeza sino con suavidad.
Battle Creek, Míchigan,
2 de octubre de 1868.
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