Página 400 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La conducción de las reuniones
Se me ha mostrado, hermano M, que es necesario que se haga
una gran obra antes de que usted pueda ejercer su influencia en la
iglesia para corregir o señalar errores. No posee esa humildad de
mente que puede alcanzar los corazones del pueblo de Dios. Usted
es exaltado. Necesita examinar sus motivos y acciones para ver si
tiene la mira puesta solamente en la gloria de Dios. Ni el hermano O
ni usted son exactamente apropiados para satisfacer las necesidades
de la juventud y de la iglesia en general. Usted no se acerca a
ellos con espíritu sencillo para poder comprender cuál es el mejor
modo de ayudarlos. No es conveniente que usted y el Hermano O
dejen sus asientos y suban a la plataforma frente a la congregación.
Cuando ocupan esa posición consideran que deben decir o hacer
algo de acuerdo con su importancia. En lugar de levantarse y decir
unas pocas palabras oportunas, frecuentemente pronuncian largos
discursos, que realmente son negativos para el espíritu de la reunión.
Muchos se sienten aliviados cuando ustedes se sientan. Si estuvieran
en el campo donde hubiese poca gente deseosa de utilizar bien su
tiempo, estos largos comentarios serían más apropiados.
La obra del Señor es una gran obra, y se necesitan hombres sabios
para llevarla a cabo. Se requieren hombres que puedan adaptarse a
las necesidades de la gente. Si deseáis ayudar a la gente no debéis
colocaros en una posición superior, sino que debéis estar entre ellos.
Este es el gran error del hermano O. Es demasiado formal. No le
resulta natural comportarse sencillamente. No es capaz de discernir
entre la causa y el efecto. No ganará el afecto y el amor de la
gente. No se hace entender por los niños ni les habla de un modo
conmovedor que pueda penetrar en sus corazones. Se levanta y habla
a los niños sabiamente, pero esto no los beneficia. Sus charlas son
generalmente largas y cansadoras. A veces si sólo dijera una cuarta
parte de lo que generalmente dice, dejaría una mejor impresión en
las mentes.
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