Página 470 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

Basic HTML Version

Mensaje a los ministros
Estimados hermanos,
El 25 de octubre de 1868 se me mostró que no todos los que pro-
fesan ser llamados para enseñar la verdad están capacitados para esta
obra sagrada. Algunos están en abierto desacuerdo con el propósito
y la voluntad de Dios. Algunos son perezosos en las cosas tempo-
rales, y su vida religiosa está marcada por una pereza espiritual.
Donde falta una energía perseverante y una esmerada dedicación en
los asuntos temporales y las transacciones comerciales, la misma
deficiencia se notará en las cosas espirituales.
Algunos de vosotros sois jefes de familia, y vuestro ejemplo e
influencia moldean los caracteres de vuestros hijos. Ellos seguirán
vuestro ejemplo en mayor o menor grado, y vuestra falta de entereza
está dando un mal ejemplo a los demás. Pero vuestras deficiencias
se sienten más sensiblemente, con mayor resultado, en la causa y
la obra de Dios. Vuestras familias han sentido esta deficiencia y
han sufrido por causa de ella; les han faltado muchas cosas que un
trabajo diligente y la perseverancia podrían haberle provisto. Pero
esta deficiencia se ha visto y sentido en la causa y la obra de Dios en
tanto mayor grado cuanto su causa y obra son de mayor importancia
que las cosas relativas a esta vida.
La influencia de algunos ministros no es buena. No han contro-
lado cuidadosamente el uso de su tiempo, dando así a la gente un
ejemplo de laboriosidad. Pasan momentos en la indolencia y horas
que, una vez registradas para la eternidad con sus resultados, nunca
[443]
se pueden recuperar. Algunos son naturalmente indolentes, lo que les
hace difícil completar con éxito cualquier empresa a que se aboquen.
Esta deficiencia se ha visto y sentido a través de toda su experiencia
religiosa. En este caso los culpables no son los únicos perjudicados;
hacen sufrir a otros con sus deficiencias. En esta etapa tardía de sus
vidas, muchos tienen lecciones que aprender, que debieran haber
aprendido mucho antes.
466