Página 520 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
en forma aceptable, hacer justicia a la verdad y honrar al Señor al
que profesan servir, debieran esperar hasta que estén capacitados
para su función.
Hermano E, usted no puede ocupar el puesto de un ministro de
Cristo. Vi que carecía de una correcta experiencia religiosa. No se
conoce a sí mismo. Ni siquiera puede leer correctamente, ni usar el
lenguaje que pueda recomendar la verdad al entendimiento de una
comunidad inteligente. Usted carece de discernimiento. No sabría
cuándo correspondería hablar o cuándo sería sabio callar. Junto
con el grupo peculiar que he mencionado, tanto tiempo ha pensado
usted que lo sabía todo, que no ve sus deficiencias cuando se las
presentan. Posee un alto grado de estima propia, y su experiencia se
ha caracterizado por la confianza en sí mismo y la vanagloria.
Usted no es enseñable, por lo tanto la causa de Dios no prospe-
raría en sus manos. Usted no llegaría a admitir una derrota cuando
alguna le tocara. Sus esfuerzos traerían descrédito y deshonor a la
causa de Dios, y no se daría cuenta de ello. Cierta clase de persona
puede convencerse de la verdad por su medio; pero la mayoría se
apartaría y se colocaría donde no podría ser alcanzada por una labor
correcta y con criterio. Entretejidas con su experiencia hay cosas
que irán en detrimento de la verdad.
Sus modales no han sido refinados y elevados. Su conducta no
ha sido agradable a Dios. Sus palabras han sido descuidadas. Le
falta piedad y devoción. Usted no ha logrado experimentar la vida
espiritual. No comprende cómo presentar correctamente la Palabra
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de vida, dando a cada uno su porción de alimento en el momento
oportuno. Usted ha preferido discutir y argumentar ciertos puntos
cuando estaba completamente fuera de lugar y no podría sino fra-
casar. Este es el espíritu del grupo de Maine que he mencionado.
Se deleitan en contender en forma desafiante. Usted no manifesta-
ría mansedumbre al instruir a los que se oponen. En cierto grado,
siempre estará impedido por su desafortunada experiencia. Le falta
cultura y humildad. Tiene importantes lecciones que aprender antes
de poder llegar a ser un modesto y aceptable seguidor de Cristo, aun
como laico.
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