A la esposa de un ministro
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paciencia, piedad y cortesía. Debiera ser cir- cunspecto elevado en
pensamiento y conversación, y de un com- portamiento intachable.
Esta es la dignidad del Evangelio. Pero si el ministro visita a una
familia donde puede atenderse a sí mismo, debiera por cierto hacerlo;
por su ejemplo debiera fomentar la diligencia haciendo trabajo físico,
cuando está libre de otras tareas y obligaciones. No disminuirá su
dignidad, y logrará una mejor salud y vivirá mejor, al llevar a cabo
un trabajo útil. La circulación de la sangre será más pareja. El
trabajo físico, al proveer un descanso del trabajo mental, retirará la
sangre del cerebro. Es esencial que su esposo haga más trabajo físico
para aliviar el cerebro. El ejercicio físico favorece la digestión. Si
pudiera pasar parte del día haciendo ejercicio físico, cuando no está
urgido por un continuo esfuerzo en una serie de reuniones, sería una
ventaja para él, y no iría en detrimento de su dignidad ministerial.
Su ejemplo estaría de acuerdo con el de nuestro divino Maestro.
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Os amamos, y queremos que vosotros tengáis éxito en vuestros
esfuerzos en la lucha por la vida mejor.
Vapor “Keokuk”, Río Mississipi,
30 de septiembre de 1869.
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