Infidelidad en la mayordomía
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propio interés, sin importarles la gran necesidad de los demás. Dios
no puede bendecirlos hasta que no vean su pecado en estas cosas.
Vi que la obra del Señor no ha sido más sagrada a la vista de
ustedes que sus propios asuntos. No han comprendido las cosas eter-
nas. El Señor ha enviado advertencias y reprensiones para despertar
en ustedes el sentido de su deber, haciéndoles saber lo que se espera
de ustedes, pero no han atendido esas advertencias. No se han dado
cuenta de que estaban tratando con Dios. Le han robado a Dios y se
han servido a ustedes mismos.
Muchos han enviado en buena fe a la oficina fondos que les
costó sacrificio obtener. Algunos, tanto hombres como mujeres,
han trabajado duramente, y han consagrado al Señor los recursos
obtenidos por un trabajo duro y la más estricta economía, y los han
enviado a la tesorería para el avance de la causa. Viudas pobres han
enviado casi todo su sostén, confiando en que Dios las cuidaría, y
esos recursos han sido consagrados con oraciones y lágrimas, pero
enviados con gozo, creyendo que estaban ayudan- do en la gran obra
de salvar almas. Algunas familias pobres han vendido su única vaca,
privándose ellos y sus pequeños de leche, pensando que estaban
haciendo un sacrificio para Dios. Enviaron su dinero a la tesorería
de buena fe. El egoísmo y la mala ad- ministración han contribuido
a malgastar esos fondos. Dios con- sidera responsables a los que se
les confió su administración. Pronto se escuchará: “Da cuenta de tu
mayordomía”. Quiera el Señor ayudarles a librarse de toda mancha.
Battle Creek, Míchigan,
17 de enero de 1870.
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