Página 599 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La causa en Vermont
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físico sería una bendición para ellos, más bien que un daño. Al
ayudar a otros se beneficiarían ellos mismos. Pero algunos van al
otro extremo. Cuando se requiere todo su tiempo y esfuerzo en la
causa de Dios, están dispuestos a trabajar y ser siervos de todos, aun
en las cosas temporales; y realmente roban a Dios el servicio que
requiere de ellos. Así asuntos triviales toman un tiempo precioso
que debiera dedicarse a los intereses de la causa de Dios.
El hermano J. N. Andrews ha errado en esto. El tiempo y el
esfuerzo que ha dedicado a mantener correspondencia con sus her-
manos, contestando sus preguntas privadas, debiera haberse dedi-
cado a los intereses especiales de la obra de Dios en general. Pero
pocos se dan cuenta de las responsabilidades que recaen sobre unos
pocos ministros que llevan el peso de esta causa. Con frecuencia los
hermanos llaman a estos hombres en horas de trabajo para atender
sus pequeños asuntos, o para dirimir algún pleito de la iglesia que
debieran atender ellos mismos. “Si alguno de vosotros tiene falta
de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y
sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada”.
Santiago 1:5-6
. Debe ser ferviente y perseverante. Si vacila dudando
continuamente si el Señor hará según ha prometido, no recibirá nada,
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como consecuencia de sus propias dudas.
Muchos esperan que sus ministros les traigan la luz de Dios, y
al parecer piensan que esto es más sencillo que tomarse el trabajo
de ir ellos mismos a Dios por ella. Los tales pierden mucho. Si
diariamente siguieran a Cristo y lo hicieran su guía y consejero, po-
drían obtener un claro conocimiento de su voluntad, y así lograr una
experiencia valiosa. Por falta de esta experiencia, los hermanos que
profesan la verdad andan a la luz de otros; no están familiarizados
con el Espíritu de Dios, no conocen su voluntad, y por lo tanto se los
puede apartar fácilmente de su fe. Son inestables, porque confiaron
en otros para obtener una experiencia para sí. Se ha hecho amplia
provisión para que cada hijo e hija de Adán obtenga un conocimien-
to individual de la voluntad divina, para que perfeccione el carácter
cristiano y se purifique por medio de la verdad. Los que profesan ser
seguidores de Cristo deshonran a Dios si no tienen un conocimiento
experimental de la voluntad divina ni del misterio de la piedad.
El hermano D ha tenido múltiples problemas en su hogar. El
aumento de los miembros de iglesia no ha disminuido sus cargas. El