Página 600 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
aumento del número de su familia ha sido una exigencia demasiado
pesada para él mismo y para su familia, y estas cosas han sido un
estorbo para que él llegara a ser un obrero de éxito. Ha llegado a
estancarse en la obra de Dios y necesita pulirse. Tiene que vitali-
zar su testimonio por el Espíritu y el poder de Dios. Sus hermanos
de Bordoville, que no tienen ningún trabajo especial que hacer en
palabra y doctrina, debieran despertarse para ver dónde otros nece-
sitan ayuda y debieran ayudarlos. Muchos cierran sus ojos ante el
bien que tienen la oportunidad de hacer para los demás, y por su
descuido pierden la bendición que podrían obtener. Han dejado que
el hermano D llevara solo cargas que sus hermanos debieran haber
considerado su deber y su privilegio llevar.
Nuestra misión en este mundo es vivir para el bien de los demás,
bendecir a otros, ser hospedadores; y frecuentemente debemos to-
marnos algunas molestias para atender a los que realmente necesitan
nuestro cuidado y el beneficio de nuestra compañía y nuestro hogar.
Algunos evitan estas cargas necesarias. Pero alguien debe llevarlas;
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y por cuanto los hermanos en general no aman la hospitalidad, y no
comparten equitativamente estos deberes cristianos, los pocos que
tienen corazones dispuestos, y que con alegría hacen suyo el caso de
los que necesitan ayuda, quedan recargados. Las iglesias debieran
poner un cuidado especial en aliviar a sus ministros de estas cargas
extras. Los ministros que están activamente dedicados a la causa de
Dios, que están trabajando por la salvación de las almas, tienen que
hacer continuos sacrificios.
El testimonio del hermano D necesita ser avivado por la gracia de
Dios. El necesita un nuevo ungimiento, para que pueda comprender
la magnitud de la obra y dedicar su ser entero al avance de la causa
de Dios. El Señor tiene trabajo suficiente para emplear a todos sus
seguidores. Todos pueden manifestar su gloria si lo desean. Pero
la mayoría se niega a hacerlo. Profesan la fe, pero no tienen obras.
Su fe es muerta, al estar sola. Evitan las responsabilidades y las
cargas, y serán recompensados de acuerdo con sus obras. Por cuanto
algunos no aceptan las cargas que podrían llevar, ni hacen la obra que
podrían hacer, el trabajo es demasiado para los pocos que se ocupan
en él. Ven tanto que hacer que recargan sus fuerzas que desgastan
rápidamente. Dios requiere en este tiempo obreros cuyos intereses
estén completamente identificados con su obra y su causa. Los