Las carnes y los estimulantes
Estimados hermanos H,
Recordé que vuestros rostros se hallaban entre los de varias per-
sonas a quienes vi necesitadas de que se haga cierta obra para ellas
antes de que puedan ser santificadas por la verdad. Abrazasteis la
verdad porque veíais que era la verdad, pero ella no se ha apoderado
de vosotros. No habéis sentido su influencia santificadora en la vida.
Ha estado resplandeciendo la luz sobre vuestra senda con respecto
a la reforma pro salud y el deber que incumbe a los hijos de Dios
en estos postreros días en cuanto a ejercer templanza en todas las
cosas. Vi que estabais entre aquellos que demorarían en ver la luz y
en corregir su manera de comer, beber y trabajar. En la medida en
que se reciba y se siga la luz, ésta realizará una completa reforma en
la vida y el carácter de todos aquellos que son santificados por ella.
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Sus actividades son de tal carácter que no favorecen el progreso
de su vida divina y estorban su crecimiento en la gracia y en el
conocimiento de la verdad. Tienen la tendencia a rebajar al hombre,
a inducirlo a ser más animal en sus propensiones. Las facultades
superiores de la mente quedan sojuzgadas por las inferiores. La por-
ción animal de su naturaleza gobierna la espiritual. Los que profesan
estar preparándose para la traslación no deberían ser carnívoros.
Su familia ha participado ampliamente de alimentos a base de
carne, y las inclinaciones animales se han fortalecido, mientras las
intelectuales se han debilitado. Estamos compuestos de lo que come-
mos, y si subsistimos en gran medida gracias a la carne de animales
muertos, participaremos de su naturaleza. Usted ha fortalecido la
parte más vulgar de su organismo, mientras la más refinada se ha
debilitado. Repetidas veces ha dicho en defensa de su hábito de
comer carne: “Por más perjudicial que sea para los demás, a mí no
me hace nada, porque la he comido toda mi vida”. Pero no sabe cuán
bien habría estado si se hubiera abstenido de comer carne. Como
familia, ustedes están lejos de encontrarse libres de enfermedades.
Han comido grasa de animales, lo que Dios en su Palabra prohibe
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