Página 643 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Responsabilidad por la luz recibida
Se me ha mostrado el caso del hermano P. El había estado por
algún tiempo resistiendo la verdad. Su pecado no era que se negara
a recibir lo que sinceramente creía que era un error, sino que no
investigara diligentemente y conociera aquello a lo que se oponía.
Daba por sentado que los adventistas observadores del sábado, en
conjunto, estaban en error. Esta opinión estaba de acuerdo con sus
sentimientos, y no veía la necesidad de investigar por sí mismo, por
medio de un diligente estudio de las escrituras con sincera oración.
Si hubiese seguido este proceder podría ahora haber estado en una
situación mejor que la actual. Ha sido demasiado reacio a recibir
evidencias y demasiado negligente en escudriñar las Escrituras para
ver si estas cosas son así. Pablo no consideraba dignos de encomio a
los que resistían sus enseñanzas hasta ser obligados por una abru-
madora evidencia a aceptar que se trataba de doctrinas provenientes
de Dios.
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Pablo y Silas trabajaron en la sinagoga de los judíos en Te-
salónica con algún éxito; pero los judíos incrédulos estaban muy
desconectados, y causaron disturbios, y provocaron un gran tumulto
en contra de ellos. Estos devotos apóstoles se vieron obligados a
dejar Tesalónica, bajo la protección de la noche e irse a Berea, donde
se los recibió con alegría. Elogiaron a los Bereanos de este modo:
“Estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos
de ellos”.
Hechos 17:11-12
.
El hermano P no vio la vital importancia de la cuestión. No se
sintió impelido a investigar con diligencia, en forma independiente,
para descubrir la verdad. Le tenía demasiada alta estima al anciano
P, y no sintió la necesidad de aprender de Aquel que es manso
y humilde de corazón. No estuvo dispuesto a aprender, sino que
confiaba en sí mismo. Nuestro Salvador no tiene palabras de encomio
para los que, en estos últimos días, son de corazón lento para creer,
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