Página 644 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
como tampoco elogió al dudoso Tomás, quien alardeaba de que no
creería en las pruebas que los discípulos referían, y a las que ellos
daban crédito, de que Cristo se había ciertamente levantado de entre
los muertos y se les había aparecido. Dijo Tomás: “Si no viere en sus
manos la señal de los clavos” ... “y metiere mi mano en su costado,
no creeré”
.
Juan 20:25
. Cristo le brindó a Tomás la evidencia que
había dicho que necesitaba; pero le reprochó: “No seas incrédulo,
sino creyente”. Tomás reconoció que había sido convencido. Jesús
le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los
que no vieron, y creyeron”.
La posición del hermano P lo ha hecho un hombre débil. Perma-
neció por bastante tiempo luchando en contra de casi todo, excepto
el sábado. Al mismo tiempo se amigaba con los transgresores de los
mandamientos, al ser reclamado por los adventistas que estaban en
firme oposición al sábado del cuarto mandamiento. El no estaba en
condición de ayudarlos porque él mismo estaba indeciso. Su influen-
cia más bien ha confirmado a muchos en su descreimiento. A pesar
de toda la ayuda, evidencias y alicientes que ha tenido, su retraso ha
desagradado al Señor, mientras que ha fortalecido las manos de los
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que estaban luchando en contra de Dios, oponiéndose a la verdad.
El hermano P podría ser ahora un hombre fuerte, de influencia
en el pueblo de Dios en Maine y altamente estimado “por causa de
su obra”. Pero tiende a pensar que su retraso es una virtud especial,
más bien que un pecado del que debe arrepentirse. Ha sido muy
lento en aprender las lecciones que Dios ha intentado enseñarle.
No ha sido un estudiante capaz, no ha crecido en experiencia en
la verdad presente, lo que lo capacitaría para llevar el peso de la
responsabilidad, que podría llevar ahora, si hubiera aprovechado
diligentemente toda la luz que le fue dada. Se me mostró un tiempo
cuando el hermano P empezó a hacer un esfuerzo para someterse a
sí mismo y restringir su apetito; entonces podría con más facilidad
ser paciente. Había sido fácilmente excitable, apasionado, irritable
y depresivo. Su modo de comer y beber tenía mucho que ver con
su estado. Las bajas pasiones imperaban, predominando sobre las
facultades más elevadas de la mente. La temperancia lo beneficiaría
mucho al hermano P, y necesita mucho más ejercicio físico y trabajo
para su salud. Al esforzarse por controlarse, comenzó a creer, pero