Página 645 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Responsabilidad por la luz recibida
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no recibió en su esfuerzo por mejorar la bendición que podría haber
recibido si se hubiera esforzado antes.
En vez de juntar con Cristo para la verdad, por demasiado tiempo
se mantuvo retrasado, no quiso avanzar y se colocó abiertamente en
el camino impidiendo el progreso de otros, así desparramó en favor
del enemigo. Su influencia se interpuso al progreso de la obra que
Dios encomendara a sus siervos.
Las ideas, del hermano P acerca del orden y la organización
han estado en directa oposición al plan del orden de Dios. En el
cielo hay orden, y ha de ser imitado por los que viven en la tierra y
son herederos de salvación. Cuanto más se acercan los mortales al
orden y la organización del cielo, tanto más cerca llegan a ese estado
aceptable a la vista de Dios, que los hará súbditos del reino celestial
y les brindará esa aptitud para la traslación de la tierra al cielo, que
Enoc poseía antes de su traslación.
El hermano P debiera cuidarse. Hay una falta de orden en su
organización. No ha estado en armonía con esa moderación, cuidado
y diligencia, necesarios para preservar la armonía y la unidad de
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acción. Su experiencia, su educación en las cosas religiosas de los
años pasados, ha sido un gran detrimento para sus queridos hijos
y especialmente para el pueblo de Dios. No ha cumplido con las
obligaciones que el cielo impone a un padre, y especialmente a un
ministro. Un padre que tiene sólo un débil sentido de la responsabi-
lidad paterna de fomentar e imponer orden, disciplina y obediencia,
fracasará como ministro y pastor del rebaño. La misma carencia que
caracteriza la dirección de su hogar y de su familia, se verá de un
modo más público en la iglesia de Dios. Los errores quedarán sin
corregir, por causa de los resultados desagradables que acompañan
a la reprensión y al llamado ferviente.
Se necesita una gran reforma en la familia del hermano P. Dios
no se complace con su estado actual de desorden, con que hagan
su propia voluntad y sigan su propio rumbo. Este estado de cosas
en su familia contrarrestará su influencia dondequiera lo conozcan.
También tiene el efecto de desalentar a los que desean ayudarlo
a sostener a su familia. Esta falta es perjudicial para la causa. El
hermano P no refrena a sus hijos. Dios no se agrada con su compor-
tamiento desordenado, arrogante, con su proceder sin refinamiento.
Todo esto es el resultado, o la maldición, de la libertad irrestringida