Página 84 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
son sólo de definido disgusto, falta de respeto decidido, sino odio,
maldad, envidia, celos, que se manifiestan en sus actos, los cuales
a su vez les causan sufrimientos y soledad. Usted no desea que
sean felices; ni siquiera que se sientan cómodos. Sus sentimientos
cambian a menudo. A veces su corazón se ablanda, pero cuando ve
faltas en ellos se cierra, y los ángeles no pueden inducirle la más
mínima emoción de amor. Un demonio la domina, de manera que
usted es detestable y a su vez aborrece a los demás. Dios ha tomado
nota de las palabras irrespetuosas y las acciones poco amables de
usted hacia sus padres, a quienes le ha ordenado que honre, y si no
es capaz de darse cuenta de ese gran pecado, y no se arrepiente de
él, cada vez se sumirá más y más en las tinieblas, hasta que quede
abandonada a sus malos caminos.
El Señor está dispuesto a ayudar a los que necesitan ayuda y
sienten la necesidad de ella. Si usted ve su pobreza y su miseria de-
lante de Dios, y sinceramente echa mano de su fortaleza, le ayudará,
la bendecirá y le impartirá su fuerza, de manera que por medio de
sus buenas obras usted induzca a otros a glorificar a nuestro Padre
que está en los Cielos. ¿Se mirará a sí misma? ¿Someterá a Dios su
voluntad y su manera de proceder? ¿Buscará la religión pura y sin
mancha delante de Dios? ¡Oh, de qué le podrá valer vivir en esta
condición miserable! Usted misma no es feliz al vivir de esa manera,
y los que la rodean tampoco son felices en su compañía. Ciertamente
usted se ha creado muchísima miseria; y la vida que ha vivido no
vale mucho. ¿Por qué no se reconcilia con Dios, entonces? Muera
al yo y conviértase, para que Jesús pueda sanarla. Quiere salvarla si
usted le permite hacerlo a su manera. Quiera el Señor ayudarle a ver
todos sus errores y a corregirlos, es mi oración.
Hno. L: Usted debiera ser rápido para escuchar, lento para hablar
y para enojarse. Cuide sus palabras. No permita que Satanás haga
de usted una piedra de tropiezo para los demás. Hay fallas en sus
transacciones comerciales. Usted desprecia su trabajo. Lo hace tan
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rápidamente como puede, con la idea de que de todas maneras nadie
se va a dar cuenta, en caso de que no esté bien hecho. Le falta
exactitud. Debería cultivar el buen gusto y el orden en todo lo que
hace. Si algo vale la pena que se haga, vale la pena hacerlo bien. Si
le falta fidelidad en su vida comercial, también le faltará en su vida
religiosa, y en el día de Dios las balanzas del santuario pondrán de