Página 87 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La reforma en el hogar
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cuando necesita la alabanza y la estima de los hombres. Si pudiera
adquirir el cielo mediante un gran sacrificio realizado en favor de
aquellos con quienes quiere ser generoso, ciertamente lo lograría.
No tiene reparos en pasar por grandes incomodidades con el fin de
beneficiar a los demás, si al hacerlo consigue exaltarse a sí mismo.
En estos asuntos usted diezma el eneldo y el comino, mientras pasa
por alto asuntos más importantes, es a saber, la justicia y el amor de
Dios.
No es justo con su familia. Tiene una obra que hacer en este
aspecto. Primero consiga que su esposa se sienta cómoda y feliz; y
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a continuación considere la situación de sus hijos. Proporcióneles
alimentos y ropas adecuados. Después, si le es posible, sin que sufran
su esposa y sus hijos, ayude a los que más lo necesitan, y prodigue
sus favores donde sean más apreciados; en ese caso será digno de
encomio el hecho de que usted sea generoso. Pero su primer deber, y
el más sagrado, consiste en atender a su familia. No debe robarles a
ellos para favorecer a los demás. Su generosidad se debe manifestar
en el seno de su propia familia. Déle pruebas tangibles de su afecto,
interés, cuidado y amor. Esto tiene mucho que ver con su felicidad.
Deje de buscarle faltas y de retar a su esposa, porque este proceder
sólo le dificultará las cosas a usted, y le creará un infierno a ella.
Los ángeles de Dios no harán su morada en el seno de su familia
hasta que no cambien las cosas allí. No son sus medios económicos
lo que se necesita. No obstante, cuando se lo ha reprendido, usted
ha creído que lo que la iglesia necesitaba era su dinero. Se equivoca
en esto. Ha sido demasiado generoso con sus medios por la misma
razón de que usted creía que de ese modo podía obtener la salvación
para usted, y comprar un puesto en la iglesia. ¡No, por cierto! A
usted se lo necesita, no los pocos medios que posee. Si desea ser
transformado por la renovación de su entendimiento, y convertirse,
sea honesto con su propia alma. Eso es todo lo que la iglesia requiere.
Usted se ha engañado a sí mismo. Si alguien que parece ser religioso
no le pone freno a la lengua, la religión de ese hombre es vana. Trate
a su familia de tal manera que el Cielo lo pueda aprobar, y que haya
paz en su casa. Hay que hacerlo todo en favor de su familia. Sus
hijos han recibido su mal ejemplo; usted ha censurado y acusado y
manifestado una actitud apasionada en su hogar, mientras al mismo
tiempo se dirigía al trono de la gracia, asistía a las reuniones y daba