Página 88 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
testimonio en favor de la verdad. Este espectáculo ha inducido a sus
hijos a despreciarlo, como asimismo la verdad que usted profesa. No
tienen confianza en su cristianismo. Creen que usted es hipócrita, y
en verdad es un hombre tristemente engañado. No podrá entrar en el
Cielo sin que se produzca en usted un cambio total, como tampoco
lo pudo Simón el Mago, que creía que el Espíritu Santo se podría
adquirir con dinero. Su familia ha visto su actitud aprovechadora, su
disposición a sacar ventajas en perjuicio de los demás, su espíritu
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mezquino con los que a veces tienen que tener tratos con usted, y lo
desprecian por eso; no obstante, seguramente seguirán sus pisadas y
llegarán a obrar mal.
Su manera de tratar a los demás no es lo que debería ser. Es
difícil para usted tratar con justicia y amar misericordia. Ha deshon-
rado la causa de Dios en su vida. Ha contendido por la verdad, pero
sin una actitud correcta. Ha impedido a algunas almas abrazar la
verdad, en circunstancias que lo habrían hecho si las cosas hubieran
sido diferentes. Se han justificado a sí mismas señalando los errores
y equivocaciones de los profesos observadores del sábado dicien-
do: “No son mejores que yo; mienten, hacen trampas, exageran, se
enojan y ostentosamente se alaban a sí mismos; no necesito esa
religión”. De ese modo las vidas no consagradas de estos deficientes
observadores del sábado, los convierten en piedras de tropiezo para
los pecadores.
La obra que tiene ante usted debe comenzar en el seno de su
familia. Usted ha tratado con empeño de mejorar exteriormente;
pero la tarea realizada ha sido superficial, externa, y no del corazón.
Ponga su corazón en orden, humíllese delante de Dios, e implore su
gracia, que le puede ayudar. No haga cosas, como el hipócrita fariseo,
para parecer devoto y justo a los ojos de los demás. Quebrante su
corazón delante de Dios y entérese de que le es imposible engañar a
los santos ángeles. Sus palabras y actos están a la vista para que ellos
los inspeccionen. Sus motivos, y las intenciones y propósitos de su
corazón, aparecen revelados a su vista. Las cosas más secretas no les
están ocultas. ¡Oh, entonces, quebrante su corazón y no se preocupe
demasiado de hacer creer a sus hermanos que usted es justo cuando
no lo es! Sea discreto con su familia. Usted está listo para observar
los errores de los demás, pero no lo vuelva a hacer. La obra que tiene
que hacer ahora consiste en vencer sus propios errores, en luchar