Página 89 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La reforma en el hogar
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contra sus poderosos enemigos internos. Trate justamente a la viuda
y al huérfano; no arroje sobre sus actos la tenue cubierta del engaño,
teniendo en vista a los que usted espera con ansias que crean que
usted es justo, en circunstancias que ni sus motivos ni sus acciones
tienen el contenido que usted espera se les atribuyan.
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Ponga fin a toda contienda, y trate de ser pacificador. Ame, no
de palabra, sino en hechos y en verdad. Sus obras deberían estar
en condiciones de soportar la inspección del juicio. ¿No obrará
lealmente con su propia alma? No se engañe a sí mismo. ¡Oh,
recuerde que Dios no puede ser burlado! Los que posean la vida
eterna harán todo lo posible para poner sus respectivas casas en
orden. Deben comenzar en sus propios corazones, y proseguir la
obra hasta lograr victorias, verdaderas victorias. El yo debe morir, y
Cristo debe vivir en usted, y ser en usted una fuente de agua que salte
para vida eterna. Dispone ahora de preciosas horas de prueba que
se le conceden para que forme un carácter recto aun a su avanzada
edad. Se le ha concedido cierto período para que redima el tiempo.
No puede, con sus propias fuerzas, poner a un lado sus errores
y equivocaciones; han estado desarrollándose en usted por años,
porque no los ha visto en toda su repugnancia, y no se ha decidido
a ponerlos resueltamente a un lado con la fortaleza de Dios. Con
fe viviente debe aferrarse de un brazo que es poderoso para salvar.
Humille delante de Dios su corazón pobre, orgulloso y justo según
su propia opinión. Humíllese mucho, muchísimo; quebrántese al
reconocer su pecaminosidad, y acuda a los pies de Jesús. Dedíquese
a la tarea de prepararse. No descanse hasta poder decir en verdad:
“Mi Redentor vive, y puesto que él vive, yo también viviré”.
Si pierde el Cielo, lo pierde todo. Si obtiene el Cielo, lo logra
todo. No se equivoque en esto, se lo ruego. Hay implícitos intereses
eternos. Hágalo todo cabalmente. Quiera el Dios de toda gracia
iluminar de tal manera su entendimiento, que usted pueda distinguir
las cosas eternas, para que por medio de la luz de la verdad sus
propios errores, que son muchos, puedan ser descubiertos por usted
tales como son, de manera que pueda llevar a cabo los esfuerzos
necesarios para eliminarlos, y para que en lugar de ese fruto maligno
y amargo pueda producir fruto precioso para vida eterna. ¿Qué clase
de fruto se encontrará de aquí en adelante es este árbol? El fruto
que usted produzca determinará si es un buen árbol, o si en cambio