Página 112 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
la verdad presente anden en las sendas del Señor para obrar según la
justicia, podrán contar con que el Señor los hará prosperar. Mas si
prefieren errar lejos de la senda estrecha, atraerán la ruina sobre sí
mismos y sobre los que se dejen guiar por ellos.
Los que funden establecimientos médicos deben dar el buen
ejemplo. Aun cuando haya dinero, no deben gastar más de lo ab-
solutamente necesario. La obra del Señor debe dirigirse teniendo
en cuenta las necesidades de cada parte de la viña. Somos todos
miembros de una misma familia, hijos de un mismo Padre, y los
ingresos del Señor deben emplearse del modo que mejor favorezca
los intereses de su causa en el mundo entero. El Señor considera
todas las partes del campo, y su viña debe ser cultivada en conjunto.
No debemos gastar en algunos lugares todo el dinero de la teso-
rería, sino trabajar para edificar la obra en muchos lugares. Deben
añadirse constantemente nuevos territorios al reino de Dios. Otras
partes de su viña deben recibir la ayuda que dará carácter a la obra.
El Señor nos prohibe valernos de planes egoístas en su servicio,
que priven a nuestro prójimo de las facilidades que le permitirían
desempeñar su papel en la difusión de la verdad. Debemos amar a
nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Debemos recordar también que nuestra obra ha de correspon-
der a nuestra fe. Creemos que el Señor vendrá pronto; ¿no debe
manifestarse esta convicción por los edificios que construimos? ¿In-
vertiremos sumas considerables en edificios que pronto quedarán
consumidos por la conflagración final? Nuestro dinero representa
almas, y debemos emplearlo de manera que dé a conocer la verdad
a aquellos que, a causa del pecado, están bajo la condenación di-
vina. Renunciernos, pues, a nuestros planes ambiciosos, y seamos
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precavidos contra los extremos y la imprevisión, por temor a que,
estando vacía la tesorería del Señor, sus obreros no dispongan ya de
los recursos necesarios para cumplir la tarea que se les ha confiado.
Nuestras instituciones más antiguas han gastado sumas de dinero
que superaban lo necesario. Los que estimaron propio obrar así
pensaban que ese gasto daría carácter a la obra, mas el argumento
no justifica esos gastos exagerados.