Página 114 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
quedar así sacrificada. Todo lo que rodea nuestras instituciones, y
cuanto esté en ellas, debe armonizar con las enseñanzas de Cristo y
la expresión de nuestra fe. En todos sus ramos, nuestra obra debe ser
una lección de juicio santificado y no de ostentación y despilfarro.
No son los edificios imponentes y costosos, ni los muebles de
lujo, ni las mesas cargadas de manjares delicados, lo que dará a
nuestra obra influencia y éxito. Es la fe que obra por el amor y
purifica el alma; es la atmósfera de gracia que rodea al creyente; es
el Espíritu Santo, obrando en el pensamiento y el corazón, lo que
da a nuestra obra el sabor de vida para vida y que permite a Dios
bendecirla.
Dios puede comunicarse hoy con su pueblo y darle la sabiduría
necesaria para hacer su voluntad, así como se comunicaba antaño con
su pueblo y le dió la sabiduría necesaria para construir su santuario.
En la construcción de ese edificio, dió una representación de su
potencia y majestad; y su nombre debe igualmente quedar honrado
hoy por los edificios que se construyen para él. Cada parte debe
denotar fidelidad, solidez e idoneidad.
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Los encargados de la construcción de un sanatorio deben repre-
sentar la verdad trabajando con el espíritu y el amor de Dios. Así
como Noé amonestó al mundo al construir el arca, por el trabajo que
se haga en la construcción de las instituciones del Señor, se predica-
rán sermones, y el corazón de algunos se convencerá y convertirá.
Sientan, pues, nuestros obreros la necesidad constante de la ayuda
de Cristo, para que nuestras instituciones no sean establecidas en
vano.
Mientras la obra de construcción progrese, acuérdense de que,
como en los días de Noé y Moisés Dios determinó todos los deta-
lles del arca y del santuario, así también en la construcción de las
instituciones modernas, él vigila personalmente el trabajo que se
realiza. Acuérdense de que el gran Arquitecto desea dirigir su obra
por su Palabra, por su Espíritu y por su providencia. Por esto, deben
tomarse el tiempo de solicitar sus consejos. La voz de la oración y la
melodía de los himnos santos deben elevarse hasta él como el humo
del incienso. Todos deben comprender que dependen enteramente
de Dios. Deben acordarse de que están levantando una institución
por medio de la cual debe cumplirse con éxito una obra que tendrá
consecuencias infinitas, y que al hacerla deben ser colaboradores de