Página 116 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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La centralizació
Santa Elena, California,
4 de septiembre de 1902.
A los hermanos dirigentes de nuestra obra médica
.
Estimados Hermanos,
El Señor trabaja imparcialmente en favor de todas las partes de su
viña. Son los hombres los que desorganizan su obra. El no concede
a su pueblo el privilegio de recoger grandes sumas de dinero para
establecer instituciones en algunos puntos solamente, de modo que
no quede nada para instalar instituciones similares en otros lugares.
Deben fundarse muchas otras instituciones en las ciudades de
Norteamérica, especialmente en la parte sur de los Estados Unidos,
donde se ha hecho muy poca cosa hasta ahora. En los países extran-
jeros, deben iniciarse y dirigirse con éxito muchas empresas médico
misioneras. El establecimiento de los sanatorios es tan importante
en Europa y otros países extranjeros como en los Estados Unidos.
El Señor desea que sus hijos comprendan qué clase de trabajo
debe realizarse, y que, como administradores fieles, obren pruden-
temente en la inversión de recursos. En cuanto concierne a la cons-
trucción de edificios, desea que se calcule el gasto a fin de saber si
hay bastante dinero para terminar lo emprendido. Quiere también
que se recuerde que no hay que concentrar todo el dinero de un
modo egoísta en algunos lugares solamente, sino que conviene tener
en cuenta las muchas otras localidades donde deben establecerse
instituciones.
De las instrucciones que he recibido se desprende que los ad-
ministradores de todas nuestras instituciones, especialmente de los
sanatorios recién establecidos, deben ahorrar con cuidado para poder
auxiliar a otras instituciones que deben establecerse en otras partes
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del mundo. Aun cuando tengan una buena cantidad de dinero en
caja, deben hacer sus planes teniendo en cuenta las necesidades del
gran campo misionero de Dios.
Testimonios para la Iglesia 7:99-103 (1902)
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