Los trabajos comerciales
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en tiempo oportuno. Si está en ellos la luz de la verdad y del amor
de Dios, no podrán menos que dejarla brillar. Hasta la manera en
que manejan los asuntos comerciales manifestará la influencia de
los principios divinos. Se puede decir de nuestros obreros como se
dijo antaño de los artesanos del tabernáculo: “Y lo he henchido de
espíritu de Dios en sabiduría, y en inteligencia, y en ciencia, y en
todo artificio.”
Éxodo 31:3
.
No debe ocupar el primer puesto
En ningún caso deben nuestras casas editoriales dedicarse princi-
palmente a los trabajos comerciales. Si se da a éstos el primer lugar,
los obreros de las imprentas perderán de vista el blanco por el cual
fueron establecidas y su trabajo degenerará.
Los directores cuya percepción espiritual se extravíe, están ex-
puestos al peligro de publicar impresos de dudoso mérito, simple-
mente por la ganancia que reportan. De ello resultará que el objeto
por el cual fueron fundadas nuestras editoriales se perderá de vis-
ta, y nuestras instituciones serán consideradas como cualquier otra
empresa comercial. Ello deshonrará a Dios.
En algunas de nuestras imprentas, el trabajo puramente comercial
hace subir constantemente los gastos por la adquisición de máquinas
costosas. Estos gastos gravan mucho el presupuesto de la institución.
Además, cuando abunda el trabajo, se requiere no sólo más equipo
de herramientas, sino mayor número de obreros del que se puede
educar debidamente.
Se asevera que el trabajo comercial es un beneficio financiero pa-
ra la imprenta. Mas un Ser que tiene autoridad sacó la cuenta exacta
de lo que cuesta este trabajo a nuestras principales casas editoriales.
Presentó un balance fiel y demostró que las pérdidas exceden a los
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beneficios. Este trabajo obliga a los obreros a apresurarse constan-
temente y en este ambiente de fiebre y mundanalidad, la verdadera
piedad decae.
No es necesario que el trabajo comercial quede enteramente
suprimido de nuestras imprentas, porque ello cerraría las puertas a
los rayos de luz que deben ser comunicados al mundo. Así como el
trabajo de Daniel como estadista no pervirtió su fe ni sus principios,
no es forzoso que las relaciones con la gente del mundo perjudiquen