Página 168 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
que así lo exigen su amor a Dios y su lealtad hacia su Redentor,
hacia el ideal de la humanidad verdadera, hacia la institución para la
cual trabajan. No pueden ser siervos fieles de Cristo, no pueden ser
hombres y mujeres realmente íntegros, ni obreros aceptables en la
institución de Dios, si descuidan estos deberes.
Los que dirigen la institución en sus diferentes ramos deben velar
especialmente para que la juventud contraiga buenas costumbres a
este respecto. Cuando ella descuida las reuniones, cuando se aparta
de sus deberes hacia la iglesia, buscad la causa. Mediante esfuerzos
llenos de tacto y de bondad, tratad de despertar a los negligentes y
haced revivir el interés que vacila.
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Nadie debe hallar en su trabajo un pretexto para descuidar el
servicio sagrado del Señor. Más valdría poner a un lado su trabajo
que descuidar sus deberes hacia Dios.
A los hermanos a quienes han sido confiadas responsabilidades
en las casas editoriales:
Quiero llamar vuestra atención a la importancia que tiene el asis-
tir a nuestras asambleas anuales; no sólo a las reuniones de negocios,
sino a las reuniones que contribuirán a iluminaros espiritualmente.
No os dais cuenta de la necesidad de estar en relación íntima con el
cielo. Sin esta comunión, ninguno de vosotros está seguro; ninguno
está capacitado para hacer la obra de Dios de un modo aceptable.
En esta obra, más que en cualquier ocupación secular, el éxito
guarda proporción con el espíritu de consagración y abnegación con
que se trabaja. Los que llevan responsabilidades como directores
de esta obra, necesitan colocarse donde podrán ser impresionados
profundamente por el Espíritu de Dios. Vuestro deseo de recibir
el bautismo del Espíritu Santo y un conocimiento de Dios y de
Cristo debe superar tanto más al que sienten otros cuanto mayores
responsabilidades implica vuestro puesto de confianza que el de un
empleado común.
Los talentos naturales y adquiridos son todos dones de Dios
y deben ser conservados constantemente bajo la dirección de la
potencia divina y santificadora de su Espíritu. Necesitáis sentir
profundamente vuestra falta de experiencia en esta obra, y esforzaros
con celo en adquirir el conocimiento y la sabiduría necesarias para
emplear cada facultad de vuestro cuerpo y de vuestra mente de una
manera que glorifique a Dios.