Página 174 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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El dominio propio y la fidelida
No tenemos derecho a recargar nuestras fuerzas físicas y men-
tales hasta el punto de volvernos irritables y proferir palabras que
deshonren a Dios. El Señor desea que nos mantengamos siempre
serenos y pacientes. Hagan los demás lo que hagan, debemos repre-
sentar a Cristo y obrar como él obraría en circunstancias parecidas.
Una persona que ocupa un cargo de responsabilidad debe tomar
cada día decisiones cuyas consecuencias son importantes. A menudo
debe pensar rápidamente, y esto no lo pueden hacer con éxito sino los
que practican estricta templanza. El espíritu se fortalece cuando las
fuerzas mentales y físicas son tratadas correctamente. Si el esfuerzo
no es excesivo, adquiere con cada ejercicio nuevo vigor. Nadie sino
un verdadero cristiano puede ser un verdadero caballero.
El no conformarse en cada detalle a las exigencias de Dios,
significa fracaso seguro y perdición para el que obra erróneamente.
Al dejar de seguir las sendas del Señor, priva a su Hacedor del
servicio que le debe. Ello reacciona sobre él mismo, puesto que así
no obtiene la gracia, el poder y la fuerza de carácter, cuya adquisición
es privilegio de todos aquellos que se someten completamente a
Dios. Por vivir alejado de Cristo, el que no es fiel queda expuesto a
la tentación. Comete errores en su trabajo por el Maestro. Por ser
infiel a los principios en las cosas pequeñas, no hace la voluntad de
Dios en las mayores. Obra según los principios a los cuales se ha
acostumbrado.
Dios no puede asociarse con aquellos que viven para su propia
satisfacción y se dan la primera consideración. Los que obran así
serán al fin los postreros. El pecado más incurable es el orgullo y
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la presunción. Estos defectos impiden todo crecimiento. Cuando
un hombre tiene defectos de carácter, y no lo sabe, cuando está tan
lleno de suficiencia que no puede ver sus faltas, ¿cómo puede ser
purificado? “Los que están sanos no tienen necesidad de médico,
Testimonios para la Iglesia 7:199-202 (1902)
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