La dirección de la obra
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institución, iglesia e individuo, sea directamente o por medio de sus
representantes, tiene voz en la elección de los hombres que llevan
las responsabilidades principales en la Asociación General.
Los comienzos
Cuando comenzó la obra de nuestra denominación, el Señor
designó al pastor Jaime White como el que, en unión de su esposa,
bajo la dirección especial de Dios, había de desempeñar una parte
destacada en el progreso de esta obra.
Es bien conocida la historia de cómo creció la obra. La imprenta
se estableció primero en Róchester, estado de Nueva York, y más
tarde se trasladó a Battle Creek, estado de Míchigan. Y en años
ulteriores se estableció una casa editorial en la costa del Pacífico.
Doy gracias a Dios por habernos permitido desempeñar una parte
en la obra desde el comienzo. Pero ni entonces ni desde que la obra
adquirió tan grande desarrollo, es decir en un tiempo durante el cual
las responsabilidades se distribuyeron ampliamente, nadie me oyó
jamás pretender la dirección de este pueblo.
Desde el año 1844 hasta el momento actual, he recibido men-
sajes del Señor, y los he dado a su pueblo. Esta es mi obra: Dar al
pueblo la luz que el Señor me da. He sido comisionada para recibir
y comunicar sus mensajes. No he de aparecer delante de la gente
con otro puesto que el de mensajera que tiene un mensaje.
Durante muchos años, el Dr. J. H. Kellogg ocupó el puesto de
médico principal en la obra médica realizada por los adventistas del
séptimo día. Sería para él imposible actuar como director de la obra
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en general. Este no ha sido nunca su papel, ni puede serlo.
Dios es nuestro director
Escribo esto para que todos puedan saber que no hay controversia
entre los adventistas del séptimo día acerca de la dirección de la
obra. El Señor Dios del cielo es nuestro Rey. Es un director a quien
todos pueden seguir con seguridad; porque nunca comete un error.
Honremos a Dios y a su Hijo, por medio del cual él se comunica con
el mundo.