Página 237 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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El trabajo de los miembros laicos
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para Dios, que por su fe y sus obras atestigüen que se acerca la
venida del Salvador.
Los miembros laicos de nuestras iglesias pueden realizar una
obra que hasta ahora apenas ha sido iniciada por ellos. Nadie de-
be trasladarse a lugares nuevos simplemente para obtener ventajas
mundanales; sino que donde hay oportunidades de ganarse la vida,
deben entrar familias bien arraigadas en la verdad, una o dos fami-
lias por lugar, para trabajar como misioneros. Deben sentir amor por
las almas, preocupación por trabajar en su favor, y deben estudiar
la manera de llevarlas a la verdad. Pueden distribuir nuestras pu-
blicaciones, celebrar reuniones en sus casas, llegar a conocer a sus
vecinos e invitarlos a venir a esas reuniones. Así harán brillar su luz
por las buenas obras.
Manténganse a solas con Dios los que trabajan, llorando, orando
y trabajando por la salvación de sus semejantes. Recuerden que están
corriendo una carrera y luchando por una corona de inmortalidad.
Mientras que son tantos los que aman la alabanza de los hombres más
que el favor de Dios, sepamos trabajar con humildad. Aprendamos
a ejercer fe mientras presentamos nuestros vecinos al trono de la
gracia e intercedemos con Dios para que conmueva sus corazones.
Se puede hacer así una obra misionera eficaz, y alcanzar tal vez
a quienes no escucharían a un ministro o a un colportor. Los que
trabajen así en lugares nuevos aprenderán cuáles son las mejores
maneras de acercarse a la gente, y podrán preparar el camino para
otros obreros.
El que se dedica a esta obra adquirirá una experiencia preciosa.
Siente en su corazón preocupación por las almas de sus vecinos.
Debe tener la ayuda de Jesús. ¡Cuán cuidadoso será para andar
con circunspección, a fin de que sus oraciones no sean impedidas
y ningún pecado le separe de Dios! Mientras ayuda a otros, el que
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trabaje así obtiene él mismo fuerza espiritual y comprensión, y en
esta humilde escuela se preparará para entrar en un campo más
amplio.
Cristo declara: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
mucho fruto.”
Juan 15:8
. Dios nos ha dotado de facultades y nos ha
confiado talentos para que los empleemos en su servicio. A cada
uno asignó su tarea, no simplemente el trabajo que debe hacer en sus
campos de maíz y trigo, sino una labor fervorosa y perseverante para