Página 247 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Las leyes de la naturaleza
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es demasiado humilde para que lo note el Dios infinito; nada es
demasiado pequeño para su atención.
El mecanismo del cuerpo humano no puede comprenderse ple-
namente; sus misterios actuales dejan perplejo al más inteligente. Si
el pulso late y una respiración sigue a la otra, no es como resultado
de un mecanismo que una vez puesto en movimiento, sigue funcio-
nando. En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Cada
respiración, cada palpitación del corazón constituyen una evidencia
continua del poder de un Dios siempre presente.
Dios es el que hace salir el sol en los cielos. El abre las ventanas
de los cielos y da lluvia. El hace crecer la hierba sobre los montes.
“El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza.” “A su
voz se da muchedumbre de aguas en el cielo; ... hace los relámpagos
con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.”
Salmos 147:16
;
Jeremías 10:13
.
El Señor está constantemente ocupado en sostener y usar como
siervos suyos las cosas que ha hecho. Dijo Cristo: “Mi Padre hasta
ahora obra, y yo obro.”
Juan 5:17
.
Misterios del poder divino
Los mayores intelectos humanos no pueden comprender los
misterios de Jehová que se revelan en la naturaleza. La inspiración
divina hace muchas preguntas que no puede contestar el erudito más
profundo. Estas preguntas no fueron hechas para que las pudiésemos
contestar, sino para llamar nuestra atención a los profundos misterios
de Dios, y enseñarnos que nuestra sabiduría es limitada, que en lo
que rodea nuestra vida diaria hay muchas cosas que superan la
comprensión de las mentes finitas y que el juicio y el propósito de
Dios son inescrutables. Su sabiduría es también insondable.
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Los escépticos se niegan a creer en Dios porque sus mentes
finitas no pueden comprender el poder infinito por medio del cual
él se revela a los hombres. Pero se le ha de reconocer más por lo
que no revela de sí mismo que por lo que está abierto a nuestra
comprensión limitada. Tanto en la revelación divina como en la
naturaleza, Dios nos ha dejado misterios que exigen fe. Así debe
ser. Podemos escudriñar siempre, averiguar de continuo, aprender
constantemente, y sin embargo, quedará más allá el infinito.