Página 259 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Peligros de la ciencia especulativa
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ordenado que transmita al pueblo de Dios la amonestación: “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado.”
Gálatas 6:7
.
Cuidado con la religión sensacional
En este tiempo, necesitamos en la causa de Dios hombres espi-
rituales, hombres firmes en los buenos principios, que tengan una
clara comprensión de la verdad.
Se me ha indicado que lo que la gente necesita no son teorías
nuevas y fantásticas ni suposiciones humanas. Necesita el testimo-
nio de hombres que conocen y practican la verdad, de hombres que
comprenden la misión confiada a Timoteo en estas palabras: “Que
prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redargu-
ye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá
tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón
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de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias,
y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas. Pero
tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista,
cumple tu ministerio.”
2 Timoteo 4:2-5
.
Andad con firmeza y decisión, calzados los pies con el apresto
del Evangelio de paz. Podéis estar seguros de que la religión pura y
sin mácula no es una religión de sensaciones. A nadie ha confiado
Dios la tarea de hacer nacer el apetito por las doctrinas especulati-
vas. Hermanos míos, apartad esas cosas de vuestras enseñanzas; no
permitáis que se introduzcan en vuestra vida religiosa; no dejéis que
malogren la obra de vuestra vida.
Advertencia contra las falsas doctrinas
Hallamos en la epístola de Pablo a los colosenses una adverten-
cia contra las falsas doctrinas. El apóstol declara que los corazones
de los creyentes deben estar “unidos en amor, y en todas riquezas
de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del
Padre, y de Cristo; en el cual están escondidos todos los tesoros
de sabiduría y conocimiento. Y esto digo—continúa él,—para que
nadie os engañe con palabras persuasivas. ... Por tanto, de la mane-
ra que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él: arraigados
y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis