Página 262 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
verdad divina y santificadora. Cristo espera la ocasión de encender
la fe y el amor en el corazón de sus hijos. Ninguna doctrina errónea
reciba apoyo de parte del pueblo que debiera estar afirmado sobre el
pedestal de la verdad eterna. Dios nos invita a que nos aferremos a
los principios fundamentales que están basados sobre una autoridad
indiscutible.
Buscad el primer amor
Ha entrado en el corazón de no pocas personas que por mucho
tiempo han estado en la verdad un espíritu de crítica inexorable. Son
mordaces y buscan faltas en todo. Subieron al sitial de la justicia
y condenan a los que no se amoldan a sus ideas. Dios pide que se
humillen y se le acerquen por medio del arrepentimiento y de la
confesión de sus pecados. Les dice: “Pero tengo contra ti que has
dejado tu primer amor. Recuerda por tanto de dónde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré presto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”
Apocalipsis 2:4, 5
. Procuran obtener el primer lugar y causan daño
a muchos corazones por sus palabras y sus hechos.
Elevo mi testimonio contra ese espíritu y también contra la reli-
gión sentimental que es igualmente peligrosa. Escuchad, hermanos
y hermanas: ¿Quién es vuestro jefe? ¿Cristo o el ángel caído del
cielo? Examinaos a vosotros mismos para saber si estáis firmes en
la fe.
Nuestra consigna debe ser: “¡A la ley y al testimonio! Si no
dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.”
Isaías 8:20
.
Tenemos una Biblia llena de preciosas verdades. Contiene el alfa y la
omega del conocimiento. La Escritura, dada por inspiración divina,
es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir
en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
instruido para toda buena obra.”
2 Timoteo 3:16, 17
. Tomad la Biblia
como libro de estudio. Cada cual puede entender sus instrucciones.
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Insto a nuestros predicadores, a nuestros médicos y a todos los
miembros de nuestras iglesias, a que estudien las lecciones dadas
por Cristo a sus discípulos, precisamente antes de su ascensión. Esas
lecciones contienen instrucciones que el mundo necesita.