Página 264 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
comprender las cosas de Dios. Mas la misma mente, convertida y
santificada, verá la potencia de Dios en su Palabra. Solamente el
corazón y la mente purificados por la santificación que da el Espíritu
pueden discernir las cosas celestiales.
Hermanos míos, en el nombre del Señor, os ruego que os des-
pertéis y comprendáis vuestro deber. Someted vuestros corazones
al poder del Espíritu Santo y serán hechos susceptibles de recibir
la enseñanza de la Palabra. Entonces podréis comprender las cosas
profundas de Dios.
¡Quiera Dios colocar a su pueblo bajo la dirección de su Espíritu,
hacerle comprender el peligro al cual está expuesto e inducirle a
prepararse para lo que ha de venir sobre la tierra!
El Señor hizo conocer a Juan las cosas que veía útiles para su
pueblo de los últimos días. Las instrucciones que le diera están
consignadas en el libro del Apocalipsis. Los que quieran ser colabo-
radores de nuestro Señor y Salvador Jesucristo manifestarán intenso
interés en las verdades contenidas en ese libro. De viva voz y por
escrito, se esforzarán en explicar las cosas maravillosas que Cristo
vino a revelar.
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dió, para manifestar
a sus siervos las cosas que deben suceder presto; y la declaró, en-
viándola por su ángel a Juan su siervo, el cual ha dado testimonio
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de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las
cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las
palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque
el tiempo está cerca.”
Apocalipsis 1:1-3
.
Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su
orden deben ocupar el primer lugar en el pensamiento de los hijos
de Dios. No debemos permitir que nuestra atención sea cautivada
por otra cosa.
Un tiempo precioso pasa rápidamente y hay peligro de que mu-
chos se dejen robar el tiempo que debieran dedicar a la proclamación
del mensaje que Dios envió a un mundo caído. Satanás está satis-
fecho cuando nota cómo se dejan desviar las mentes que debieran
estar ocupadas en el estudio que concierne a las realidades eternas.
El testimonio de Cristo, que reviste el carácter más solemne, de-
be ser dado al mundo. En todo el libro del Apocalipsis se encuentran
promesas preciosas y alentadoras, así como advertencias del signifi-