La obra misionera de la iglesia
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manual. Su tierno amor compasivo condena nuestro egoísmo y la
dureza de nuestro corazón.
Doquiera fuera, Jesús esparcía bendiciones a su paso. Entre
los que profesan creer en él, ¿cuántos hay que han aprendido sus
lecciones de bondad, tierna compasión y amor desinteresado? Oídle
dirigiéndose a los que están débiles, cansados y desvalidos: “Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré
descansar.”
Mateo 11:28
. Nada podía cansar su paciencia, ni reprimir
su amor.
El Salvador nos invita a realizar esfuerzos pacientes y perseve-
rantes en favor de millones de almas esparcidas en todo país, que
perecen en sus pecados, como náufragos en una playa desierta. Los
que quieran participar de la gloria de Cristo deben también tomar
parte en su ministerio y ayudar a los débiles, a los miserables y
desanimados.
Hagan de la vida de Jesús su estudio constante aquellos que
emprenden esta obra. Sean animados de un celo intenso, y empleen
todas sus aptitudes en el servicio del Señor. Los esfuerzos sinceros
y exentos de egoísmo obtendrán preciosos resultados. Es del gran
Maestro de quien los obreros recibirán su mejor educación. Pero
los que no comuniquen a otros la luz recibida verán un día que han
experimentado una pérdida espantosa.
Los seres humanos no tienen derecho a pensar que puedan tener
límites sus esfuerzos en pro de la salvación de las almas. ¿Se cansó
Cristo alguna vez en su obra? ¿Retrocedió él alguna vez ante el sacri-
ficio y las privaciones? Los miembros de la iglesia deben realizar los
mismos esfuerzos perseverantes e incansables. Obedientes a la orden
del Maestro, deben estar siempre listos para obrar. Dondequiera que
encontremos un trabajo que hacer, cumplámoslo mirando constante-
mente a Jesús. Centenares de almas serían ganadas para Cristo si los
miembros de nuestras iglesias siguiesen esas instrucciones. Si cada
miembro de la iglesia fuese un misionero vivo, el Evangelio sería
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anunciado en poco tiempo en todo país, pueblo, nación y lengua.
El resultado de un esfuerzo ferviente
Todo talento santificado debe ser alistado para proclamar la
verdad presente. Si las fuerzas del enemigo ganan la victoria ahora,