Página 292 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
cristianas; y se oye nuestra voz, pero ¿poseemos nosotros el tierno
amor de Cristo hacia las almas?
De todas partes repercute el llamado macedónico: “Pasa y ayú-
danos.” Dios ha abierto campos delante de nosotros, y si los hombres
quisieran colaborar con los agentes divinos, muchísimas almas se-
rían ganadas para la verdad. Pero los que pretenden formar parte
del pueblo de Dios se adormecieron sobre el trabajo que les fué
asignado, de manera que en muchos lugares este trabajo casi no ha
sido principiado. Dios ha enviado un mensaje tras otro para des-
pertar a su pueblo y animarlo a hacer algo inmediatamente. Pero
al llamamiento: “¿A quién enviaré?” pocos han contestado: “Heme
aquí, envíame a mí.”
Isaías 6:8
.
Se hará una gran obra
Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolen-
cia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente.
La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones
providenciales del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se
derramará en rayos claros y poderosos, como en los días apostólicos,
y muchas almas se apartarán del error a la verdad. La tierra será
alumbrada con la gloria del Señor.
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colabo-
ración de los agentes humanos—de los miembros de la iglesia—en
la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando. Tan vasto
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es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado
será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.
Al mismo tiempo obrará una potencia infernal. Mientras los
agentes de la misericordia divina obren secundados por corazones
humanos abnegados, Satanás pondrá en actividad a sus propios
agentes, haciendo tributarios suyos a todos aquellos que acepten
su dominación. Habrá muchos señores y muchos dioses. Se oirá el
grito: “Aquí está el Cristo, o allí.” En todas partes se verán las astutas
maquinaciones de Satanás, para apartar la atención de los hombres
y las mujeres del cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá
señales y prodigios. Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas
manifestaciones las señales precursoras de un pavoroso porvenir, y
el preludio del triunfo prometido al pueblo de Dios.