Página 293 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Debe trabajarse con celo
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¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad
que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por
hacer. De toda boca sincera debe subir esta oración: “Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro
sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en
todas las gentes tu salud.”
Salmos 67:1, 2
.
Quienes comprendan, aunque sea en un grado limitado, lo que la
redención significa para ellos y para sus semejantes, los tales andarán
por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las necesidades
de la humanidad. Sus corazones se conmoverán ante la abarcante
miseria del mundo, la indigencia de las multitudes que sufren por
falta de alimentos y de ropa y la indigencia moral de los millares
a quienes amenaza un juicio terrible, ante el cual los sufrimientos
físicos se desvanecen en la insignificancia.
Recuerden los miembros de la iglesia que el solo hecho de tener
su nombre escrito en un registro no bastará para salvarlos; deben
ser aprobados por Dios, obreros que no tengan de qué avergonzarse.
Día tras día, deben edificar su carácter conforme a las direcciones
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divinas. Deben morar en él y ejercer constantemente fe en él. Así
crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y mujeres en
Jesucristo; serán cristianos sanos, animosos, agradecidos, conduci-
dos por Dios en una luz siempre más pura. Si su vida no es tal, se
encontrarán un día entre quienes exhalarán esta amarga lamentación:
“¡Pasóse la siega, acabóse el verano; y mi alma no se salvó! ¿Por
qué no busqué un refugio en la Fortaleza? ¿Por qué jugué con la
salvación de mi alma y desprecié al Espíritu de gracia?”
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presu-
roso.”
Sofonías 1:14
. Calcémonos las sandalias del Evangelio y
estemos listos a cada momento para emprender el viaje. Cada hora,
cada minuto es precioso. No tenemos tiempo para buscar nuestra
propia satisfacción. En todo nuestro derredor hay almas que están
pereciendo en el pecado. Cada día hay algo que hacer para nuestro
Señor y Maestro. Cada día debemos conducir a las almas al Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo.
“Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo
del hombre ha de venir a la hora que no pensáis.”
Mateo 24:44
.
Por la noche, no os acostéis sin antes haber confesado vuestros
pecados. Así hacíamos en 1844, cuando esperábamos ir al encuentro