Página 334 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
andéis podáis derramar preciosos rayos de luz por medio de vuestras
palabras y acciones.
Si nos consagramos al servicio del Señor, él nos mostrará lo
que debemos hacer. Si entramos en relaciones más estrechas con
Dios, él obrará con nosotros. No nos dejemos dominar por el yo
y por nuestros intereses hasta el punto de olvidarnos de aquellos
que suben la escalera de la experiencia cristiana y que necesitan
nuestra ayuda. Debemos estar listos para emplear en la obra del
Señor las capacidades que nos ha dado y para decir, a tiempo y fuera
de tiempo, palabras que ayuden y hagan bien. ...
Se cuentan por centenares los miembros que debieran estar en
el campo, y que nada o muy poco hacen para el adelantamiento del
mensaje. Las almas que nunca han oído el último mensaje evangélico
constituyen una pesada responsabilidad para los que han tenido todas
las ventajas que significa conocer la verdad, que han sido instruídos
renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí y otro
poco allá.
Si en este tiempo favorable los miembros de la iglesia se pre-
sentan con humildad delante de Dios, quitan de su corazón todo lo
malo y consultan a Dios a cada paso, él se manifestará a ellos y los
alentará. Y mientras los miembros de la iglesia hagan su parte fiel-
mente, el Señor conducirá y dirigirá a sus ministros escogidos y los
fortalecerá para su importante obra. Unidos todos, sostengamos sus
brazos por medio de muchas oraciones y atraigamos los brillantes
rayos del santuario celestial.
El fin se acerca; avanza sigilosa, imperceptible y silenciosamente,
como el ladrón en la noche. Concédanos el Señor la gracia de no
dormir por más tiempo, como otros lo hacen sino que seamos sobrios
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y velemos. La verdad está a punto de triunfar gloriosamente, y todos
los que decidan ahora colaborar con Dios triunfarán con ella. El
tiempo es corto; la noche se acerca cuando nadie podrá trabajar.
Que los que se alegran en la verdad presente se apresuren ahora
a impartirla a otros. El Señor pregunta: “¿A quién enviaré?” Los
que están dispuestos a hacer sacrificios en pro de la verdad, deben
responder ahora: “Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 6:8
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