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Joyas de los Testimonios 3
escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará eficacia
a los remedios empleados contra la enfermedad. Cuando el agente
humano haga con fe cuanto pueda para combatir la enfermedad
por los sencillos métodos de tratamiento que Dios indicó, el Señor
bendecirá estos esfuerzos.
Condiciones para la respuesta a las oraciones
Si después de haberle sido dada tanta luz, el pueblo de Dios
continúa fomentando sus malas costumbres y sigue complaciendo
sus apetitos en oposición a la reforma, sufrirá las consecuencias
inevitables de la transgresión. Dios no salvará milagrosamente de
las consecuencias de sus faltas a aquellos que están resueltos a
satisfacer a toda costa su apetito pervertido. Les advirtió: “En dolor
seréis sepultados.”
Isaías 50:11
.
Los presuntuosos que dicen: “El Señor me ha sanado; no tengo
necesidad de restringir mi alimentación; puedo comer y beber según
me plazca,” necesitarán muy pronto, en su cuerpo y en su alma, el
poder sanador de Dios. El hecho de que el Señor os haya curado mi-
sericordiosamente no es una razón para pensar que podéis seguir las
prácticas del mundo. Obedeced a la orden que Cristo daba después
de sus curaciones: “Vete, y no peques más.”
Juan 8:11
. El apetito no
debe ser vuestro dios.
El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaría de todas las
enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan sólo quería
permanecer en él y hacer todo lo que le exigiera; pero su promesa
tenía la obediencia por condición. Si los israelitas hubiesen seguido
las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen
llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su
prosperidad. Los israelitas no realizaron el propósito divino y per-
dieron así las bendiciones que les eran reservadas. Sin embargo, en
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José y en Daniel, en Moisés y en Elías, como en otros muchos casos,
tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse
viviendo conforme a las verdaderas normas. La misma fidelidad
producirá hoy día los mismos resultados. A nosotros se aplican estas
palabras: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente
santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que
os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.”
1 Pedro 2:9
.