Página 37 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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La observancia del sábado
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de sus manos a sus ovejas. El lenguaje del corazón no será una egoís-
ta murmuración y queja. Como raudales cristalinos, las alabanzas
brotarán de los que creen verdaderamente en Dios. “Ciertamente el
bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: y en
la casa de Jehová moraré por largos días.” “Hasme guiado según tu
consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los
cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
Salmos 23:6
;
73:24,
25
.
¿Por qué no elevar la voz de nuestros cánticos espirituales en
nuestras peregrinaciones? ¿Por qué no volver a nuestra sencillez
y fervor? La razón por la cual no estamos más gozosos consiste
en que hemos perdido nuestro primer amor. Seamos, pues, celosos
y arrepintámonos, no sea que nuestro candelero sea quitado de su
lugar.
El templo de Dios está abierto en el cielo, e inunda su umbral
la gloria de Dios destinada a toda iglesia que ame a Dios y guarde
sus mandamientos. Necesitamos estudiar, meditar y orar. Tendre-
mos entonces visión espiritual para discernir los atrios interiores del
templo celestial. Percibiremos los temas de los himnos y agrade-
cimientos del coro celestial que está alrededor del trono. Cuando
Sión se levante y resplandezca, su luz será muy penetrante y se oirán
preciosos himnos de alabanza y agradecimiento en las asambleas
de los santos. Cesarán las murmuraciones y quejas por pequeñas
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desilusiones y dificultades. Mientras apliquemos el colirio áureo,
veremos las glorias venideras. La fe penetrará las densas sombras
de Satanás y veremos a nuestro Abogado ofreciendo el incienso de
sus propios méritos en nuestro favor. Cuando veamos esto tal cual
es, como el Señor desea que lo veamos, nos embargará un sentido
de la inmensidad y diversidad del amor de Dios.
Dios enseña que debemos congregarnos en su casa para cultivar
los atributos del amor perfecto. Esto preparará a los moradores de
la tierra para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos
los que le aman. Allí se congregarán en el santuario de sábado en
sábado, de luna nueva en luna nueva, para unir sus voces en los más
sublimes acentos de alabanza y agradecimiento a Aquel que está
sentado en el trono y al Cordero para siempre jamás.
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