Página 409 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

Basic HTML Version

Ánimo en el señor
405
de la historia de esta tierra. A medida que las palabras de verdad se
proclamen en los caminos y los vallados, se ha de revelar la obra del
Espíritu de Dios en los corazones humanos.
¡Oh, cuánto bien podría realizarse si todos los que poseen la
verdad, la Palabra de vida, trabajasen para iluminar a los que no la
poseen! Cuando los samaritanos vinieron a Cristo a invitación de
la mujer samaritana, Cristo habló de ellos a sus discípulos como de
un campo de cereal listo para la siega. “¿No decís vosotros: Aun
hay cuatro meses hasta que llegue la siega?—dijo—He aquí os digo:
Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas
para la siega.” Cristo quedó con los samaritanos dos días; porque
tenían hambre de oír la verdad. ¡Y cuán atareado estuvo durante
esos días! Como resultado del trabajo que hizo entonces, “creyeron
muchos más por la palabra de él.” He aquí el testimonio que dieron:
“Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste
es el Salvador del mundo, el Cristo.”
Juan 4:35-42
.
¿Quiénes de entre los que profesan ser el pueblo de Dios harán
esta obra sagrada y trabajarán por las almas que perecen por falta de
conocimiento? El mundo debe ser amonestado. Me fueron señalados
muchos lugares donde se necesita hacer esfuerzos inspirados por
una consagración fiel e incansable. Cristo está abriendo el corazón y
la mente de muchos habitantes de nuestras grandes ciudades. Ellos
necesitan las verdades de la Palabra de Dios; y si tan sólo queremos
llegar al arrimo sagrado de Cristo, y luego procuramos acercarnos a
esas personas, causaremos en ellas impresiones que les beneficiarán.
Necesitamos despertarnos y ponernos en simpatía con Cristo y con
nuestros semejantes. Hemos de trabajar inteligentemente en las ciu-
dades grandes y pequeñas, y en los lugares cercanos y lejanos. Nunca
[437]
emprendamos la retirada. El Señor hará las debidas impresiones en
los corazones si trabajamos al unísono con su Espíritu.
Tengo palabras de aliento para vosotros, hermanos míos. Debe-
mos avanzar con fe y esperanza, esperando grandes cosas de Dios.
El enemigo tratará en toda forma de estorbar los esfuerzos que se
realicen para hacer progresar la verdad, pero en la fuerza del Señor
podéis obtener éxito. No se dejen oír palabras de desaliento, sino
solamente palabras que tiendan a fortalecer y sostener a vuestros
colaboradores.